
En 2009, Gabriela (21), una joven modelo de Chihuahua, fue vista asistiendo a una fiesta de alto perfil en Monterrey, supuestamente relacionada con la prestigiosa agencia Elite Model. No se trataba de una fiesta cualquiera; se decía que era una reunión exclusiva llena de poderosos empresarios, políticos y posiblemente miembros del crimen organizado. Lo ocurrido esa noche ha generado un sinfín de especulaciones y teorías conspirativas desde entonces.
Unos días después de la fiesta, Gabriela apareció en un impactante y ahora infame video filmado afuera de un hotel en Monterrey. En la grabación, se la ve descalza, angustiada y divagando sobre las élites globales, rituales satánicos y sacrificios humanos, canibalismo y vinculó a figuras prominentes como Carlos Slim y la reina Isabel II. Afirmó también que líderes mundiales, incluido el expresidente estadounidense George W. Bush, participaban en ceremonias secretas y hablaban de «comer niños». Sus palabras eran inconexas, pero transmitían una sensación de urgencia frenética, como si hubiera presenciado algo profundamente perturbador. La policía finalmente se la llevó, desestimándolo como una crisis nerviosa.
Muy probablemente su ubicación al momento de las declaraciones fueron en la calle Ocampo, entre Cuauhtémoc y Pino Suárez, visiblemente alterada, pidiendo ayuda.
Pero aquí es donde la historia toma un giro más sombrío: Gabriela Rico Jiménez nunca fue vista de nuevo después de ese incidente. No hubo seguimiento oficial, no se publicaron los registros hospitalarios ni se confirmó su paradero. Su familia guardó silencio y las autoridades no ofrecieron ninguna aclaración. Fue como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Este silencio solo alimentó la sospecha pública y las teorías de que había sido silenciada porque vio o dijo demasiado.
Muchos creen que Gabriela fue víctima del lado oscuro del mundo de la moda y la élite social, donde jóvenes modelos son presuntamente explotadas y traficadas con el pretexto de obtener oportunidades glamorosas. Algunos teóricos sugieren que accidentalmente descubrió una red de personas poderosas involucradas en actividades delictivas, y que su arrebato público fue una desesperada petición de ayuda. Su estado mental en el video podría no ser resultado de una enfermedad, sino más bien de miedo y trauma.
Otros argumentan que podría haber sufrido una auténtica crisis psicológica, posiblemente provocada por las presiones de la industria del modelaje o el abuso de sustancias, y que su desaparición podría no tener nada que ver con conspiraciones. Sin embargo, la falta de investigación oficial o de rastros de ella desde aquel video solo ha ahondado el misterio.
Hasta el día de hoy, el caso de Gabriela Rico Jiménez sigue sin resolverse.