Los exorcistas dan la voz de alarma

a Asociación Internacional de Exorcistas, fundada en 1994 y reconocida en 2014 como asociación privada de fieles de Derecho Pontificio, está destinada principalmente a servir a los sacerdotes que ejercen el ministerio de exorcista en la Iglesia católica. Reúne a más de 900 exorcistas y 130 auxiliares.

El 6 de enero de 2025, la Asociación publicó un documento en el que propone «algunas observaciones sobre ciertas prácticas pastorales erróneas» que distorsionan o ignoran las instrucciones de la Iglesia y los elementos de prudencia que deben acompañar el ejercicio del delicado ministerio del exorcista.

El aumento de la demanda

El texto constata el aumento de las solicitudes de personas «convencidas de ser víctimas de una acción extraordinaria del demonio, bajo alguna de sus diversas formas». Pero, a veces, la intervención de terceros incompetentes y faltos de discernimiento interfiere en el examen regular del caso. Por eso, los exorcistas ofrecen diez aclaraciones «para esclarecer ciertas situaciones censurables».

1. Advertencia contra la improvisación y la búsqueda de sensacionalismo

Algunos sacerdotes, personas consagradas y laicos utilizan medios arbitrarios que no han sido autorizados por la autoridad eclesiástica competente. Peor aún, disuaden a los fieles de acudir al exorcista oficial de su diócesis, sugiriéndoles que acudan a otros exorcistas «más poderosos» o apoyan la idea de una presencia demoníaca que ellos identifican erróneamente.

2. Obsesión por la presencia del demonio

Algunos «centran su atención exclusivamente en la presencia y la acción del demonio». Descuidan la fe, la oración, la vida sacramental y la práctica de la caridad, que siempre se han presentado como las mejores armas contra el demonio. Piensan que la liberación depende solamente de la repetición compulsiva de oraciones y bendiciones.

3. Negligencia en el discernimiento

Algunos sacerdotes, «a veces por desgracia también algunos exorcistas, descuidando el serio y riguroso discernimiento prescrito por la Praenotanda del Rito de los Exorcismos, utilizan criterios ajenos a la fe católica, valiéndose de conceptos de origen esotérico o new age. Este proceder es inaceptable y contrario a la fe y a la doctrina de la Iglesia», señala el documento.

4. Prácticas supersticiosas y uso indebido de las cosas sagradas

El documento señala a quienes utilizan «prácticas supersticiosas», como pedir fotos o ropa para identificar posibles espíritus malignos, tocar a los fieles para «diagnosticar la presencia de entidades malignas», o sugerir el uso indebido de res sacrae (agua, sal, óleo santo, etc.). Esto fomenta «mentalidades y prácticas supersticiosas».

5. Implicación de personas inadecuadas

Algunos sacerdotes trabajan con personas consideradas «sensibles», remitiendo a los fieles a los fieles afectados a ellas en lugar del exorcista oficial. A veces es el exorcista diocesano quien delega en estas personas la tarea de discernir una verdadera acción demoníaca, e incluso se deja guiar por ellas para «liberar» a los sufrientes del espíritu maligno.

Tal comportamiento es evidentemente contrario a la misión del exorcista, cuya tarea es realizar el discernimiento y utilizar los medios dados por la Iglesia para combatir al demonio.

6. Desprecio de las ciencias médicas y psicológicas

En el discernimiento, el exorcista, además de los criterios tradicionales utilizados para identificar los casos de acción demoníaca extraordinaria, puede recurrir al consejo de exorcistas experimentados y, en ciertos casos, a la consulta de expertos médicos y psiquiátricos. Estos expertos pueden ayudar a comprender el origen de dolencias que no son necesariamente de origen preternatural. Negarse a ello expone a los fieles a riesgos innecesarios, e incluso a graves peligros.

7. Afirmaciones perjudiciales

El texto señala a continuación que «querer identificar a toda costa una acción demoníaca extraordinaria como causa desencadenante de una situación de sufrimiento cuyo origen se desconoce, sin un discernimiento serio, no solo es inútil, sino que puede provocar grandes daños». Sobre todo en el caso de enfermedades incurables.

8. La cuestión de los maleficios

Los maleficios, «que desgraciadamente están más extendidos en la sociedad actual de lo que pensamos», no son la causa de todos los males y desgracias que pueden ocurrir en la vida de una persona. Ese comportamiento no solo corre el riesgo de lanzar una búsqueda de los supuestos culpables, sino que genera sospechas e incluso odios, a menudo infundados.

En su lugar, debemos ofrecer la ayuda de la oración y recordar a la gente el poder de la gracia divina en todas las pruebas, y el hecho de que Dios es el dueño de todo lo que sucede, tanto si lo ha querido como si ha permitido que suceda. Por último, debemos asociar estas pruebas para configurarnos con Cristo sufriente.

9. Sanar el árbol genealógico

Algunos sacerdotes, e incluso algunos exorcistas, «practican la curación intergeneracional como condición sine qua non, sin la cual no se puede obtener curación ni liberación», sin darse cuenta del daño a la fe y de las consecuencias para las personas. Estas prácticas carecen de fundamento. Es una mala copia de lo que hacen los mormones.

10. Dejar el miedo a un lado

El exorcista debe ser un agente de la paz que viene de Cristo. Debe luchar contra el miedo que el demonio utiliza para dejar al hombre a su merced. Un sacerdote que tenga miedo del demonio no podrá ejercer el ministerio del exorcismo sin exponerse a graves peligros, sobre todo si combate este miedo con prácticas más o menos supersticiosas.

El documento concluye con algunas consideraciones generales sobre la sociedad y el modo en que percibe hoy el oficio de exorcista, especialmente a través de las películas que han abordado este tema, y sobre la necesidad de una sólida vida cristiana como el mejor fundamento para mantener al demonio lejos de nosotros.

Son observaciones interesantes que muestran cómo el ministerio del exorcista puede ser desviado o mal utilizado hoy en día.