La Agencia Internacional de la Energía informó en agosto del presente año que China, tras haber 49.096 millones de euros en producción de paneles solares (diez veces más que en Europa) durante una década, ahora ostentaba el control absoluto a nivel mundial del mercado de paneles solares.
China logró cumular una cuota en la producción mundial superior al 80% que puede llegar a más del 95 % en algunos componentes en los próximos años; vale recordar que a su vez controla el mercado global de las 17 tierras raras (grupo de 17 elementos químicos que son fundamentales para el desarrollo de energía solar; el Servicio Geológico de Estados Unidos calcula que aproximadamente el 78% de las importaciones americanas de este tipo de minerales llegan del Estado dominado por el Régimen Comunista).
El portal de Libre Mercado asegura que “Según la AIE, para cumplir los objetivos internacionales de cero emisiones netas de carbono en 2050, de aquí a 2030 habría más que cuadruplicar las instalaciones fotovoltaicas que entran en servicio cada año, hasta 630 gigavatios”. Los objetivos de la Agenda 2030 benefician abiertamente a una nación por demás contaminante que se hizo con el monopolio fáctico del panel solar, principalmente por absorber acciones de industrias estatales mineras en países controlados por la izquierda.
El encarecimiento de las materias primas y los retrasos en la distribución por la demanda estimulada por la Agenda 2030 conllevó a la suba global de precios en los paneles solares durante el año 2021, pero que en nada afecta a las pretensiones orientales. Recuérdese que la propia China ha demostrado que no le tiembla el pulso al sacar un valor geoestratégico de su posición de poder, tal como en el 2011, en plena disputa territorial con Japón por las Islas Senkaku, el gobierno nipón aseguró que Pekín retuvo envíos de tierras raras de forma deliberada a modo de castigo. Luego en plena crisis de Huawei, las autoridades chinas amenazaron también con paralizar la exportación de tierras raras claves a Estados Unidos.
Agenda 2030 es más poder al régimen comunista.