Observamos una clara radiografía en clave nacional de los resultados electorales en las elecciones autonómicas de Castilla y León del pasado domingo, por cada uno de los partidos de la actual arenga política española:
El Partido Popular debe comprender que necesita de VOX para gobernar. Sin embargo, no parece muy dispuesto el Presidente del PP, Pablo Casado, quien ya a principios de diciembre del pasado año, se abría a negociar un futuro Gobierno de coalición con el PSOE, en caso de que su partido fuera el más votado en las próximas elecciones generales de España, aunque lo viera muy improbable si Pedro Sánchez continuaba a las riendas del PSOE.
Si se pretende romper con el cerco de Sánchez y sus nefastos socios, el PP debe comprender que sin VOX, Pablo Casado nunca llegará a la Presidencia del Gobierno, a no ser que efectivamente conforme esta «gran coalición» con el PSOE o se apoye en las fuerzas regionalistas y residuales del Congreso de los Diputados, para ser investido Presidente o para sobrepasar trámites parlamentarios, lo que terminaría dañando aún más de lo que ya se encuentra y de forma casi que irreversible, su soñada imagen de líder único y vigoroso del centroderecha en España.
Al mismo tiempo, se convalida mediante estas elecciones que VOX crece, y que este ascenso se completará en las próximas elecciones generales, en las que las encuestas demoscópicas le sitúan cada vez más cerca de alcanzar el número de escaños del PP, y auguran un próximo Gobierno nacional de estos dos partidos. VOX se encuentra en este instante en un interesante punto de inflexión, en el cual su giro prudente, pero sin embargo aún más conservador, y su también llamado al voto más humilde a la vez que de raíces profundas (sólo hay que mirar su eslogan en esta última campaña, «Siembra»), puede determinar su futuro a corto y medio plazo.
VOX fracasará como lo hicieron Ciudadanos y Podemos, si hipotéticamente llegado al Gobierno de España no cumple con su programa, sus líderes toman la hipocresía como costumbre (lo que le sucedió a Pablo Iglesias y a la madre de sus hijos, Irene Montero, y por ello a día de hoy es que han terminado siendo tremendamente cuestionados), o vende los principios por los que se fundó. Abascal es a VOX, lo que Iglesias fue a Podemos y Rivera a Ciudadanos, un partido en el que si el gran énfasis y el fuerte personalismo que se le otorga a su Presidente, perece, cabría la enorme posibilidad de que el proyecto de VOX dejara de cobrar sentido, al menos en este momento en el que aumenta por números de votos y en representación allá donde se presenta.
El proyecto liderado por Santiago Abascal se halla en un momento similar al de Podemos en Junio de 2016, cuando alcanzó su punto álgido (como avancé, esto se tornará palpable en las próximas elecciones generales), y únicamente la cúpula de VOX y su dirección bien entretejida y organizada, férrea y casi incuestionable a nivel interno, podrá ser capaz de convertir al partido en un proyecto triunfador, o en otro naufragio electoral más en la Historia política del país, pero también para ello y dirimiendo a largo plazo, deberá el partido asegurarse un futuro líder que despierte, sino las mismas emociones que Santiago Abascal, aún un mayor y hondo apasionamiento, ya que han apostado casi un «all in» a dicha estrategia electoral, y me temo que mientras se encuentre Abascal y su equipo al frente, no cambiará, por lo que también si le añadimos la ausente búsqueda desde el partido de otros proyectos políticos y electorales más allá de su «all in», a un largo plazo podría cobrarle factura, y que dentro de unos líneas veremos, como esta falta de búsqueda de nuevas estrategias le ha supuesto un irreparable perjuicio a Ciudadanos y a Podemos.
El PSOE se desgasta, pero resiste. Principalmente resiste por, el haber sabido contener la crisis económica que padecerá España de aquí a un cada vez más corto período de tiempo, que aún no estalla debido al efecto rebote por la eliminación casi completa de las restricciones sociales derivadas de la pandemia, lo que ha permitido reactivar la economía y recuperar puestos de trabajo. Este hecho le insufla aires a un PSOE confeccionado a imagen y semejanza de Pedro Sánchez que ante las cuerdas, todavía y aunque muy cuestionado desde amplios sectores sociales, profesionales y empresariales, es capaz de aguantar, y que por aguantar, aguantando se sostiene el Gobierno de coalición con Podemos, con sus altibajos y tensiones recientes por la recién aprobada reforma laboral, en su momento la Ley Trans, o la proposición realizada por Podemos y rechazada por el PSOE, de investigar en el Congreso las presuntas corruptelas de Juan Carlos I.
También cabe destacar que, a pesar de que el PSOE continúa sujetando sus apoyos parlamentarios, en un Parlamento muy dividido, en los partidos nacionalistas y minoritarios, sus principales socios en la Cámara Baja, éstos partidos lo hacen cada vez menos (se ha podido constatar en la votación de la reciente reforma laboral). Veremos hasta cuando se apuntala este apoyo, clave para agotar la legislatura si es lo que pretende Sánchez, y con unas hipotéticas elecciones generales a finales del 2023, que diversos encuestas demoscópicas y analistas, ya anticipan y auguran que se adelantarán. Igualmente prevén que, el PSOE sería el partido más votado, nada más allá de lo cierto, pero como ha pasado en Castilla y León, se verá debilitado (también debemos recordar el incremento abusivo del precio de la luz y del combustible, a lo que el Gobierno ni ha reaccionado y que le supondrá un importante desprestigio electoral de cara a las siguientes generales), incapaz de formar Gobierno con sus socios habituales, lo que pudiera dar paso a un Gobierno de centroderecha y al final anunciado y tan deseado por muchos, de la trayectoria política de Pedro Sánchez, sino en la política española en cualquiera de sus ámbitos o núcleos de influencia, en la política de más alto nivel.
Y no podemos olvidarnos de Podemos y Ciudadanos, aunque el electorado sí se olvide de ellos y les remita cada vez más a una representación más residual. Partidos que sin más han fracasado, que no han asegurado un líder que levantara las mismas pasiones que sus líderes fundadores, Iglesias y Rivera, como le sucederá a VOX, si como dije, no asegura a largo plazo, un líder convincente, y es que no acaba cambiando su estrategia personalista y fuertemente centrada en la imagen de su Presidente, Santiago Abascal.
Por tanto, el mayor error tanto de Ciudadanos y Podemos, ha sido la falta de un líder enérgico al frente de ambos partidos una vez abandonaron Iglesias y Rivera, ya que desde el nacimiento de ambos movimientos, el concentrar la imagen del líder en el partido fue la evidente estrategia de éstos, por lo que en estos momentos quedaron huérfanos, y desde ese punto, su debacle, ya que en este sentido, Inés Arrimadas ni está ni se le espera, y a Ione Belarra, la toman por insignificante y pasa desapercibida hasta dentro de su propio Gobierno.
Otro de sus fallos de gran importancia, fue la falta de alternativa estratégica más allá de la táctica ya comentada y empleada desde su fundación, principalmente el no apuntalar con firmeza sus bases autonómicas y locales. Estos dos partidos (me temo que tampoco lo logrará VOX) jamás llegaron a asentarse en estos ámbitos que a día de hoy han cobrado especial importancia, y más desde el inicio de la pandemia, al derivar las autoridades centrales una mayor responsabilidad sobre ellos, y en los que el Partido Popular y el PSOE ya están más que acomodados, por lo que en estas circunstancias es muy difícil competir contra ellos, y así se demuestra en los colores de los miembros de los Gobiernos de la mayoría de Comunidades Autónomas.
En definitiva y con un electorado cada vez más confiado en el tradicional bipartidismo que ha regido España desde la Transición, veremos un aumento del mismo en las próximas elecciones, mientras que VOX se quedará cercano al PP en número de escaños, lo que le podría permitir jugar un papel determinante en un posible y futuro Gobierno de centroderecha. Ciudadanos desaparecerá si es que no consigue un par de escaños, mientras que Podemos no será tanto el descalabro que sí sufrirá Ciudadanos, como la constatación de su mayor descrédito y desprestigio, absolutamente merecido por sus desvanes.