La Renta Básica Universal traería consecuencias catastróficas

Pero no tenemos por qué confiar solo en sus palabras. Un reciente experimento sobre la RBU nos ha dado algunos resultados reales.

Diecinueve condados de Texas e Illinois pusieron a prueba un programa de ingreso básico universal que otorgaba un cheque incondicional de U$S 1.000 cada mes durante tres años a un grupo de personas seleccionadas por sorteo. Todas tenían entre 21 y 40 años y sus ingresos estaban por debajo del 300% del nivel de pobreza.

Los resultados no son precisamente buenas noticias para quienes están a favor de la RBU. De hecho, subrayan lo que los escépticos han estado diciendo sobre la RBU incondicional: que desalentaría el trabajo y conduciría a una disminución a largo plazo de los ingresos y la producción económica.

Además, el costo sería enorme: proporcionar U$S 1.000 por mes a todas las personas de entre 20 y 64 años con ingresos inferiores al 300% del nivel de pobreza costaría alrededor de U$S 1,1 billones por año, o aproximadamente la mitad de los ingresos actuales del gobierno federal por impuestos a la renta individual.

Los resultados de tres nuevos estudios sobre los programas de renta básica universal de Texas e Illinois demuestran claramente los inconvenientes de la renta básica universal. A continuación, se presentan 8 conclusiones clave:

1. La RBU hizo que la gente trabajara menos y ganara menos:

Los beneficiarios de la RBU y otros adultos en sus hogares redujeron su trabajo entre un 4% y un 5%. Esas reducciones se tradujeron en 2,2 horas menos por semana (114 horas menos al año) para el hogar promedio.

Y, según informaron los autores, “los participantes trabajaron cada vez menos a lo largo del estudio”. Menos trabajo significaba menores ingresos. Los beneficiarios de la RBU experimentaron una reducción promedio de U$S 2.500 en sus ingresos familiares anuales (excluyendo las transferencias de la RBU).

2. Se utilizó menos trabajo para dedicarse más al ocio en lugar de a actividades productivas:

Los beneficiarios, en su mayoría, dedicaron más tiempo a actividades de ocio, no a estudiar, a conseguir empleos de mayor calidad ni a cuidar a familiares. Los autores señalaron que “es interesante que no observemos que quienes tenían hijos dedicaran más o menos tiempo al cuidado de los niños como resultado de las transferencias”. Además, los hogares sin niños redujeron su trabajo más que los hogares con niños.

3. La RBU aumentó los periodos de desempleo y no mejoró la calidad del empleo:

En promedio, los beneficiarios de la RBU estuvieron 1,1 meses más de desempleo en comparación con el grupo de control. Si bien los beneficiarios fueron más selectivos en los empleos a los que postularon, los resultados “no respaldan ningún cambio en la calidad del empleo”.

4. Las mejoras iniciales en la seguridad alimentaria desaparecieron con el tiempo:

Las mejoras iniciales en la seguridad alimentaria durante el primer año “fueron de corta duración y, al final del programa, los participantes del grupo de tratamiento no informaron tener una mejor capacidad para satisfacer sus necesidades alimentarias que los del grupo de control”.

5. Los beneficiarios de la RBU informaron de un número significativamente mayor de discapacidades:

Al recibir los beneficios del UBI, los beneficiarios tenían cuatro puntos porcentuales más de probabilidades de informar una discapacidad o un problema de salud que limita el trabajo que pueden realizar.

6. Los beneficiarios no informaron ningún aumento en el acceso o la utilización de la atención sanitaria:

El estudio no encontró “ninguna mejora en las mediciones del acceso a la atención médica que los participantes mismos informaron o en sus preocupaciones sobre su capacidad para pagar la atención médica necesaria”. El estudio “tampoco encontró que los participantes en el grupo de tratamiento usaran más atención preventiva, como vacunas o exámenes de detección de cáncer, o que hicieran más inversiones en salud haciendo ejercicio o durmiendo más”.

7. Los beneficios no condujeron a mejoras duraderas en la salud física o mental:

Las mejoras en la salud mental y el malestar psicológico que se produjeron en el primer año desaparecieron en el segundo año. Los autores concluyeron que “básicamente no encontramos evidencia de mejoras en la salud física debido a las transferencias y, nuevamente, podemos descartar incluso pequeñas mejoras”.

8. El dinero adicional no mejoró las finanzas personales:

Si bien los participantes aumentaron sus gastos y ahorros, también aumentaron su deuda. Si bien el patrimonio neto aumentó en el segundo año, disminuyó en casi U$S 3.000 en el tercer año del estudio.

Conclusión:

Estos efectos abrumadoramente negativos de la RBU deberían ser razón suficiente para que las autoridades renuncien a las ayudas monetarias incondicionales, pero estos estudios sólo consideran los beneficios potenciales y no los costos de unos impuestos más altos que reducirían los ingresos de otras personas y familias y les obligarían a trabajar más, ahorrar e invertir menos.

En lugar de quitarle dinero a algunas personas y redistribuirlo entre otros de maneras que reducen los ingresos totales y conducen a una economía más pequeña, los legisladores deberían implementar políticas que mejoren la situación de las personas sin perjudicar a los demás.

Esto debería incluir la racionalización de los servicios de bienestar y de fuerza laboral, de manera similar a la política de «Una Puerta» de Utah. Y los responsables de las políticas también deberían eliminar las barreras al empleo, como las nuevas restricciones gubernamentales a los programas de aprendizaje, a las pequeñas empresas y al trabajo flexible e independiente.

Con un gasto federal ya astronómicamente alto y un empleo desmesuradamente bajo, EEUU no puede permitirse una costosa propuesta de ingreso básico universal que sólo empeoraría las cosas.

Fuente: Arcamax