Por Patricia Soprano – INSTAGRAM: @patriciaesoprano
Dios, familia, patria, disciplina, esfuerzo, convicción, amor, Fe. Son algunos de los aspectos más positivos que podemos destacar de este último Mundial.
La selección ecuatoriana rezando antes de cada partido y agradeciendo de rodillas a Dios por cada gol convertido; el delantero francés, Oliver Giroud, proclamando abiertamente su Fe cristiana: “Estoy orgulloso de decir a todos que amo a Jesús, así que no veo por qué esconderlo”; El croata, Luka Modric, utilizando canilleras con las imágenes de su familia y del Sagrado Corazón de Jesús; La eliminación de Alemania en fase de grupos demostrando que los partidos no se ganan haciendo propaganda progresista; Japón siendo ejemplo de disciplina y determinación hasta el último momento para luego ser recibidos como héroes en su nación, al igual que Marruecos; Lionel Scaloni persignándose antes de estallar en lágrimas de emoción; Lionel Messi más interesado en abrazar a su familia que en presenciar la Copa del Mundo recién ganada que yacía en el escenario detrás de él.
Estos son solo algunos ejemplos de las hermosas lecciones que nos dejó el Mundial de Qatar 2022. Que lo más hermoso no está en la admiración de los fanáticos, ni en el dinero, ni el lugar que cada quién ocupará en la historia. Lo más hermoso es lo más sencillo, puro y personal de puede tener un ser humano: Dios y la Familia.
Y que si soñamos algo debemos trabajar por ello. No importa cuantas veces fallemos, debemos volver a intentarlo una y otra vez. Lionel Messi jugó cinco mundiales y este último fue el victorioso. Después de perder tres finales consecutivas (contra Alemania en Brasil 2014 y dos veces consecutivas contra Chile en dos ediciones de la Copa América) Messi renunció a la Selección. Sin embargo, volvió a intentarlo y en tan solo dos años logró tres títulos con la Selección: Copa América ante Brasil, Finalissima ante Italia y el Mundial ante Francia. Si algo nos deja esto en claro es que nunca debemos dejar de soñar y de trabajar por nuestros sueños. Y que el trabajo en equipo es más importante que cualquier personalismo.
Cuánto vale hoy en día que el ídolo de millones de niños alrededor del mundo sea un simple hombre de familia que fue capaz de dibujarles una sonrisa al levantar una Copa del Mundo que no vale por su peso en oro, sino que vale por todo su esfuerzo y sueños.
Y nunca nos olvidemos de que Dios está allí presente. En los momentos más difíciles y en los más dichosos.