En EEUU, un gran porcentaje de profesionales están renunciando a sus empleados. Aprox. unos 6 millones de personas. Esto es conocido como «La Gran Renuncia», por algunos, o como «La Gran Reorganización», por otros.
Posiblemente se está dando la mayor modificación laboral desde la Segunda Guerra Mundial.
Una metamorfosis que va más allá de modificar las opciones de empleo, sino que radica en aspectos de tipo ético, sociológico, y no tanto de tipo económico.
El descontento, hasta ahora tuvo un territorio intocable, o sea, el empleo. Teniéndolo tenías un tesoro, y esto está cambiando en varios lugares. La sociedad del bienestar que garantiza esos mínimos vitales proporciona a su vez una opción de renunciar a ese crecimiento personal, esto ya sea temporalmente… o incluso para siempre.
Cuando un cambio es profundo, intenso, rápido, las consecuencias son importantes y también impredecibles.
El término «La Gran Renuncia» fue creado por Anthony Klotz, un profesor de la Universidad de Texas e implica que las personas abandonan su empleo, pero reconfigurando sus expectativas más vitales. Es un fenómeno que se viene produciendo desde el año pasado.
Según la Oficina de Trabajo de EEUU, casi la 3ra parte de la fuerza laboral del país renunció en octubre de 2021 después de llegar a una cifra récord en el mes de septiembre.
¿Por qué estos empleados renuncian? Muchos de ellos son personas que se toman un tiempo sabático, o se ven condicionados al enfrentar ciertos mandatos o el temor a tener que sufrirlos, otros que se jubilan, anticipadamente, o lo hacen por nuevos intereses familiares. Aunque estas opciones sólo cuentan una parte de toda la historia.
Los trabajadores a nivel mundial, en muchos casos están reconfigurando sus carreras, y algunos aprovechan la actual crisis de contratación para ocupar mejores puestos, otros deciden trabajar por su cuenta.
El número de trabajadores autónomos en EEUU ha aumentado en más de medio millón desde el final de la contingencia sanitaria. También hay más razones, como trabajadores que cambian a nuevas industrias, carreras que ofrecen salarios más altos, o aquellas que se alinean más a sus valores éticos, morales.
¿Esto es un fenómeno provocado por el confinamiento o es un cambio natural a gran escala del futuro del empleo? Siendo de una forma u otra esto podría tener implicaciones a largo plazo que no son fáciles de ver.
A comparación de otras crisis, las personas tienen la opción de elegir otro o de esperar que aparezca algo mejor sin hacer nada.
La profesora de Ciencias del Comportamiento de la London School of Economics, Grace Lordan, asegura según las estadísticas y estudios, que esto está creando un grupo insatisfecho que prefiere no trabajar en lugar de hacerlo en algo que no les guste. Cree que gran parte del movimiento en el mundo laboral es una reorganización de trabajadores que eligen aquellas labores que coinciden más con sus preferencias.
El punto complicado es que esto generaría un desajuste que no se está teniendo en cuenta. Podría verse un mercado laboral muy inestable a medida que estas personas se mueven y las empresas intentan brindar soluciones que puedan sacar lo mejor de esos empleados, todo lo cual llevaría un tiempo. Un tiempo que actualmente no tenemos.
En un año y medio de cierres ha llevado a un profundo agotamiento, malestar, replanteamientos, una reevaluación de la vida reflexionando sobre el empleo, sus ingresos, los valores y si lo que hacen tiene sentido.
Muchas horas en redes sociales viendo vidas perfectas, horas en Netflix, Youtube, libros de autoayuda, debates filosóficos, existenciales, y que lleva a muchos hasta incluso perder el horizonte real de la vida. Como toda gran revolución que se basa en el descontento, si no se atienden explotarán de mala manera.
En abril de 2021, la cantidad de personas que renunciaron a su trabajo rompió todos los récords en EEUU, y siguió rompiéndose todos los demás meses.
En sectores como el ocio y la hostelería es profundamente grave, y 1 de cada 14 empleados deja su trabajo antes de 1 mes.
En Reino Unido una encuesta dice que el 48% de los hombres y 45% de las mujeres tienen la intención de dejar su trabajo este año. También quieren trabajar y ser medidos en función a sus resultados y no en relación a horas de trabajo. El 50% de los trabajadores registraron más de 40 horas a la semana durante 2021 y 2/3 de esos encuestados creían que esas horas eran las necesarias para hacer su trabajo. Mientras un 73% de los trabajadores, a nivel mundial piden que se les mida por los resultados, no por las horas.
Esta «Gran Reorganización» podría terminar siendo la gran inflación, y la gran improductividad. Un cambio sociológico, un descontento que se traduce en renuncia. Falta de espíritu y sacrificio de una sociedad acomodada, incapaz de protestar políticamente. Un nuevo empleo que sea improductivo pero que remunera con más dinero, hace subir a su vez los precios mientras se deconstruye un modelo social y laboral que llevaba muchas décadas funcionando.
Aumentan los problemas para las empresas, los costos, los puestos vacantes. Y los trabajadores tendrán sus problemas que verán viendo cómo pierden poder adquisitivo, aunque los salarios y modelos de vida parezcan mejores.
Lo que sucede, y se puede ver en números, en EEUU y Reino Unido, también se dará en el resto del mundo, que suele imitar muchas veces esos comportamientos. Y algo necesario para ello es tener un seguro de desempleo que actúe como amortiguador temporal y que la oferta de nuevos empleos esté activa. En España los trabajadores se inclinan más a mejorar su condición laboral a través de los sindicatos, huelgas, o esperar a tener otro trabajo para luego renunciar al actual. Además, la tasa de desempleo roza el 15%.
O bien emerge una sociedad descontenta que decide responder a la falta de expectativas que ofrece la vida laboral hoy o se despliega una sociedad inmadura, incapaz de entender que en la vida las conquistas personales significan hacer algo.