El informe publicado por la organización Live Action estima que en 2023 en los Estados Unidos “1.946.884 embriones no sobrevivieron para ser implantados, y otros 1.759.664 fueron congelados, destruidos, donados a la investigación o liberados para la adopción de embriones”[1]. Según datos del Society for Assisted Reproductive Technology (SART)[2], el mismo año se realizaron 432.641 ciclos de FIV, lo que permitió el nacimiento de 95.860 bebés, lo que representa el 2,6 % del total de los nacimientos en ese país.
“El mero hecho de que la mitad de los embriones de FIV no superen los primeros pasos tras la fecundación, incluido el control sanitario, debería ser suficiente para demostrar que la FIV no se trata de crear vida, sino de controlarla, de determinar qué vidas se aceptan como valiosas y dignas y cuáles se destruyen automáticamente por considerarse ‘inferiores’”, opinó Nancy Flanders, de Live Action.
Vale recordar que el laboratorio del University Hospitals Fertility Clinic en Cleveland sufrió un fallo en un tanque de criopreservación que resultó en la destrucción de alrededor de 4.000 óvulos y embriones pertenecientes a al menos 950 familias[3]. Como consecuencia, se presentaron múltiples demandas por “muerte por negligencia” (wrongful death), en las que los demandantes solicitan que un juez decida si dichos embriones pueden ser considerados “personas” en términos legales —un punto clave para determinar la viabilidad de la acción legal. Los abogados implicados señalaron que, más allá del costo económico del tratamiento y de almacenamiento, la cuestión de asignar un valor monetario a la pérdida del “derecho a la paternidad” resulta profundamente compleja porque toca lo que muchos consideran sus hijos.
Volviendo al tema en cuestión, con estas cifras, el número de embriones que no sobreviven al proceso de FIV supera claramente el número de abortos contabilizados ese año. El reporte presentado por Live Action argumenta que el hecho de que “la mitad de los embriones de FIV no pasen más allá de los primeros pasos tras la fertilización, incluyendo la evaluación de salud”, indica que la FIV no se trata únicamente de “crear vida”, sino también de seleccionar cuáles vidas se consideran dignas de implantación. Se plantea, además, que la creación consciente de un gran número de embriones excedentes los convierte en entidades tratadas como “commodities” o bienes intercambiables, lo que abre un debate ético sobre la valoración de la vida humana en contextos reproductivos asistidos.
[1] Fuente: https://www.liveaction.org/news/shocking-number-lives-lost-ivf-surpasses-abortion
[2] Fuente: https://www.asrm.org/news-and-events/asrm-news/press-releasesbulletins/us-ivf-usage-increases-in-2023-leads-to-over-95000-babies-born/
[3] Fuente: https://www.lifesitenews.com/news/lab-accidentally-destroys-thousands-of-human-embryos-faces-wrongful-death-s




