La Comisión Europea ha publicado el 8 de octubre su nueva “Estrategia renovada en favor de la igualdad de trato de las personas LGBTQI para después de 2025”[1]. El documento aboga por un reconocimiento legal del cambio de género sin exigir intervención médica y sin establecer un límite mínimo de edad para la transición.
Se propone allí el intercambio de prácticas entre los Estados miembros para desarrollar procedimientos que permitan el reconocimiento del género sobre la base de la autodeterminación. Por ello, en materia de filiación, la Comisión pide que los vínculos de paternidad o maternidad reconocidos en un país de la Unión sean automáticamente reconocidos en otro, a todos los efectos. Plantea también el documento las medidas para garantizar que las parejas del mismo sexo que se casan en un país vean reconocidos sus derechos cuando se movilicen a otro Estado miembro.
En torno a la gestación subrogada, la estrategia apunta indirectamente a facilitar que los niños nacidos por ese método vean su filiación reconocida en otros países miembros. También se contempla el uso de fondos (mencionados en 3 .600 millones de euros) para apoyar a personas LGBTQI en Europa, aunque señala que esa financiación se reduce “en el sur y el este global”. La estrategia aborda también ámbitos como la acogida de víctimas, la investigación, la cultura y el sector audiovisual, el deporte, las conmemoraciones históricas, y la resiliencia ante crisis geopolíticas o ciberataques.
Desde una perspectiva que favorece la estabilidad jurídica, la protección de la infancia y la coherencia normativa entre los Estados, se pueden hacer fuertes observaciones críticas. El planteamiento de que el cambio de género en el registro civil no requiera intervención médica y que no haya límite de edad genera preocupación respecto a la protección de menores, la seguridad jurídica y los posibles impactos sanitarios y psicológicos. También, quién define los criterios para el reconocimiento es una cuestión clave que el documento parece simplificar al plantear la autodeterminación como norma. El impulso hacia el reconocimiento automático de vínculos de filiación entre Estados miembros entra en tensión con las competencias nacionales en materias de familia, adopción y protección de menores. Además, la gestación subrogada, al quedar implícitamente promovida, plantea cuestiones éticas, legales y sociales que requieren un debate profundo y transparente.
La estrategia de la Comisión tiende a homogeneizar normas sobre género, familia y filiación, lo cual es una limitación de la autonomía de los Estados para legislar con arreglo a sus valores, su cultura jurídica y su realidad social, propio de todo proyecto globalista y progresista.
Para peor, la ausencia de límite de edad para el cambio de género, sumada al reconocimiento transfronterizo sin salvaguardas explícitas, genera grandes vacíos sobre cómo se garantiza la tutela de los menores, la madurez del consentimiento y la adecuada protección frente a decisiones que tienen efectos a largo plazo.
[1] Fuente: https://commission.europa.eu/news-and-media/news/free-love-free-be-eus-new-lgbtiq-strategy-2025-10-08_es




