Mientras el mundo recordaba el 80 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz el pasado lunes, un grupo de judíos en Londres se reunió para rendir homenaje a las víctimas del Holocausto y al mismo tiempo protestar contra la brutalidad que hoy se vive en Gaza, una crisis humanitaria que ha cobrado decenas de miles de vidas.
El evento se llevó a cabo frente al Cenotafio, el monumento de guerra que recuerda a los caídos en los conflictos mundiales, incluyendo a aquellos que nunca recibieron sepultura. Para los manifestantes, el simbolismo del lugar era claro: miles de palestinos, incluidos niños, yacen insepultos bajo los escombros en Gaza, víctimas de bombardeos indiscriminados y una ofensiva militar que ha destruido hogares, hospitales y escuelas.
Sonja Linden, hija de un sobreviviente del Holocausto, expresó la importancia de recordar la historia para evitar que tragedias similares se repitan. «No podemos permitirnos ignorar lo que está ocurriendo. Vemos imágenes que nos recuerdan los peores momentos del siglo XX, y como judíos, como seres humanos, no podemos callar», afirmó.
Los datos de la crisis son estremecedores: informes confiables señalan que en los últimos 15 meses, al menos 58.340 palestinos han muerto debido a los ataques del ejército israelí, incluyendo más de 18.100 niños. Además, cerca de 11.000 personas se presumen muertas bajo los escombros. A ello se suman las decenas de miles de heridos, muchos de los cuales han perdido extremidades, y el colapso de un sistema de salud asfixiado por el bloqueo y la falta de suministros.
Mark Etkind, otro de los manifestantes e hijo de un sobreviviente del Holocausto, comparó el trato que los nazis dieron a la familia de su padre en Polonia con la situación actual en Gaza. «Mi padre y su familia fueron confinados en el gueto de Lodz, privados de agua potable, de comida, de atención médica. Murieron por enfermedad y hambre. Lo que vemos en Gaza es un proceso similar: un pueblo al que se le niega lo básico para vivir, un asedio que está condenando a miles de inocentes a la muerte».
El impacto de la ofensiva militar israelí ha sido ampliamente criticado en la comunidad internacional, aunque las respuestas de los gobiernos occidentales han sido tibias. Se habla de una «guerra contra el terrorismo», pero las imágenes de niños muertos, familias enteras sepultadas y hospitales bombardeados cuentan una historia diferente. El respeto a los derechos humanos no puede ser selectivo: si los crímenes de guerra cometidos en el pasado fueron condenados con firmeza, no hay justificación para guardar silencio cuando ocurren en el presente.
La protesta en Londres reflejó un sentimiento cada vez más extendido entre diversas comunidades judías y no judías en el mundo: recordar el Holocausto no es solo un acto de memoria histórica, sino un compromiso con la justicia y la dignidad humana. «Si decimos ‘nunca más’, debe ser para todos», concluyó Linden.