En 1947, el gobierno de Truman decidió limitar la ayuda militar y económica directa a los nacionalistas chinos pero anteriormente, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, el asesor de Roosevelt Harry Hopkins y otros funcionarios comenzaron a cuestionar el apoyo a Chiang Kai-shek.
En enero de 1950, el secretario de Estado, Dean Acheson, pronunció un discurso que efectivamente señaló el fin del apoyo sustancial a Chiang Kai-shek. Acheson afirmó que el destino de China debía ser decidido por los chinos mismos, marcando un cambio significativo en la política estadounidense.
Ante el cambio en la política exterior, las alarmas se encendieron. El embajador de EEUU en China, general Patrick Hurley, el Secretario de Marina James Forrestal y el estratega general Albert C. Wedemeyer estuvieron denunciando que aquello era una traición a China (que luchó al lado de EEUU).
El 7 de diciembre de 1945, Wedemeyer, junto con el general Douglas MacArthur y el almirante de la marina Raymond A. Spruance, los tres principales oficiales militares en el Lejano Oriente, recomendaron al Pentágono el transporte de seis ejércitos nacionalistas chinos más al norte de China y Manchuria.
Después de regresar de China, Wedemeyer fue ascendido a Jefe de Planes y Operaciones del Ejército. En julio de 1947, el Presidente Harry S. Truman envió a Wedemeyer a China y Corea para examinar las «situaciones políticas, económicas, psicológicas y militares». El resultado fue el Informe Wedemeyer.
Los ejércitos de Chiang estaban mucho mejor equipados que sus adversarios comunistas (que aún no habían recibido armas ni entrenamiento de los soviéticos en Manchuria), y los hicieron retroceder en todos los frentes, pero faltaban gravemente municiones, combustible y repuestos. Estos habían sido prometidos por la Ley Lend-Lease (Préstamos y Arriendos), pero no se entregaron y aún se cargaron a la cuenta de Chaing. Así, aunque los nacionalistas tenían más de 16.000 camiones, prácticamente todos quedaron inutilizables, lo que obligó a sus tropas a marchar a pie.
La escasez de municiones también estaba provocando que las divisiones nacionalistas perdieran batallas, y las tropas de Chaing se vieron obligadas a hurgar en los vertederos estadounidenses abandonados porque no se habían realizado entregas. Peor aún, muchos excedentes de armamento y municiones en el Pacífico estaban siendo destruidos en lugar de utilizados, y el gobierno de Chiang tuvo que pagar precios exorbitantes por lo que quedaba. Por ejemplo, las bazucas se vendieron a Grecia a $3,65 cada una, mientras que el gobierno de Chiang tuvo que pagar $162. Para los rifles, la diferencia de precio fue de $5,10 y $51, respectivamente. Las diferencias en el costo de las municiones fueron similares: a China se le cobraron $85 por 1.000 cartuchos de rifle y $95 por 1.000 cartuchos de ametralladora, en comparación con $4,55 y $4,58 en otros lugares. Wedemeyer recomendó una corrección inmediata de estas deficiencias y enviar el equipo sobrante a China en lugar de volarlo por los aires.
El informe del general Albert C. Wedemeyer, completado el 19 de septiembre 1947, fue suprimido por la administración Truman porque sus recomendaciones y evaluaciones eran críticas con la política estadounidense hacia China y podrían haber proporcionado munición política contra la administración. En particular, recomendaba que China solicitara la intervención de las Naciones Unidas en Manchuria, lo que se consideraba que podría socavar el prestigio del gobierno chino y la eficacia de la ONU.
Albert C. Wedemeyer
Truman no sólo rechazó las recomendaciones del informe sino que también impuso un embargo de armas contra el gobierno nacionalista, intensificando así el amargo debate político sobre el papel del gobierno de EEUU en la Guerra Civil China. El Secretario de Estado George C. Marshall apoyó la opinión de Truman y suprimió la publicación del informe de Wedemeyer, provocando aún más resentimiento de los defensores nacionalistas y comunistas tanto dentro como fuera del gobierno y las fuerzas armadas de EEUU.
Tras finalizar el informe, asumió el mando del Sexto Ejército de los EEUU en San Francisco, California; en esta capacidad, Wedemeyer «se consideraba aislado de toda futura formulación de políticas militares».
Después de la caída de China ante los comunistas, Wedemeyer testificó ante el Congreso que, si bien la pérdida de moral fue de hecho una causa de la derrota de las fuerzas nacionalistas chinas, la decisión de la administración Truman en 1947 de suspender el entrenamiento y la modernización de las fuerzas nacionalistas, el embargo de armas impuesto por EEUU y el constante sentimiento antinacionalista expresado por periodistas y responsables políticos occidentales fueron las principales causas de esa pérdida de moral.
Wedemeyer enfatizó que si EEUU hubiera insistido en contar con asesores militares estadounidenses experimentados asignados a los niveles inferiores de batallón y regimiento de los ejércitos nacionalistas, como lo había hecho con las fuerzas del ejército griego durante la Guerra Civil griega, la ayuda podría haberse utilizado de forma más eficiente. También dijo que la asistencia táctica inmediata habría dado como resultado que los ejércitos nacionalistas se desempeñaran mucho mejor en el combate contra los chinos comunistas.
El vicealmirante Oscar C. Badger, el general Claire Chennault y el general de brigada Francis Brink también testificaron que el embargo de armas fue un factor importante en la pérdida de China.
En 1951, tras el estallido de la Guerra de Corea, el senador Joseph R. McCarthy dijo que Wedemeyer había preparado un sabio plan que mantendría a China como un valioso aliado, pero que había sido saboteado: «Sólo en la traición podemos encontrar por qué el genio malvado lo frustró. Entre los genios malvados se encontraba George Marshall», dijo McCarthy.
El teniente coronel John Owen Beaty, del Servicio Militar de Inteligencia, escribió: “Este documento (del general Wedemeyer) por mucho tiempo ocultado, lleno de advertencias y de profecías, se unió a la sangre derramada de nuestros soldados para aumentar la sombra de la traición que se cierne sobre nuestro Departamento de Estado”.
El 25 de junio de 1950 las tropas comunistas cruzaron el paralelo 38 e invadieron Corea del Sur. El general Beaty dijo que los infiltrados del Departamento de Estado habían calculado que los rojos lograrían un rápido triunfo, pero las escasas tropas americanas de Corea (dirigidas por el general MacArthur) lograron detener a los invasores. Entonces se le ordenó a MacArthur que no bombardeara los bases principales de los comunistas, al norte del río Yalu. También se le prohibió que aceptara la ayuda de 33.000 soldados chinos que le ofrecía Chiang Kai Shek, refugiado en la Isla de Formosa (Taiwán).
MacArthur dijo: “Una limitación tal sobre la utilización de lo fuerzo militar disponible para repeler el ataque del enemigo no ha tenido precedente, ni en nuestra historia, ni en la historia del mundo”.
Truman ordenó ese año que la 7ª Flota de EEUU que se interpusiera entre la Isla de Formosa (actual Taiwán) y la China comunista. La presencia de la fuerza naval estadounidense significativa en la zona disuadió cualquier intento de los nacionalistas de lanzar un contraataque a gran escala, un despliegue de la flota que se inició en ese mismo año 1950 y continuó durante varios otros. Esto permitió a Mao y al Partido Comunista Chino concentrar más recursos y esfuerzos en consolidar su control en el continente y en otras áreas críticas, como la Guerra de Corea y enviar tropas y suministros a Corea del Norte para apoyar a las fuerzas norcoreanas, sin el temor inmediato de una intervención directa desde Taiwán.
MacArthur solicitó refuerzos adicionales para contrarrestar la ofensiva norcoreana respaldada por China comunista y Chiang Kai-shek ofreció enviarle unos sesenta miles soldados y apoyo logístico, pero Truman, quien tenía la autoridad final sobre las operaciones militares y la política exterior de EEUU, decidió rechazar la oferta de Chiang Kai-shek.
El historiador general Beaty agrego, “Incluso le impidieron a MacArthur usar el reconocimiento aéreo más allá del río Yalu. Ni siquiera vuelos estratégicos de observación. Este increíble impedimento a un comandante para salvar vidas de sus soldados, hizo que finalmente quedara claro para muchos americanos que nosotros estábamos peleando por otro objetivo y no por la victoria”.
El escritor francés León de Poncins dice que la URSS y China comunista sabían cuales eran las limitaciones que el Presidente Truman le imponía a MacArthur en Corea; se hallaban informados oportunamente de todo a veces antes de que MacArthur recibiera tal o cual instructivo.
MacArthur criticó públicamente las restricciones impuestas por Truman y su administración, incluyendo las limitaciones sobre las operaciones militares y la gestión del conflicto. Expresó preocupaciones sobre la presunta infiltración y traición por parte de funcionarios y del gobierno que estaban limitando las capacidades de EEUU y las Naciones Unidas para llevar a cabo operaciones más efectivas en Corea.
El comandante del Octavo Ejército, teniente general Matthew B. Ridgway había preparado una ofensiva conocida como Operación robusta y presionó a MacArthur por permiso para ejecutarla. El 15 de marzo de 1951, el día después de que Seúl había sido recapturado por segunda vez, Truman había respondido a la pregunta de un periodista sobre si las fuerzas de la ONU de nuevo se les permitiría pasar al norte del paralelo 38, diciendo que sería «una cuestión táctica para el comandante de campo». MacArthur acto seguido dio permiso Ridgway para lanzar su ataque, el establecimiento de una línea objetiva al norte del paralelo 38 que garantizaba el suministro de agua de Seúl. Lo hizo sin consultar con Washington aun después de que el ataque comenzara el 5 de abril de 1951. Estaba progresando cuando MacArthur fue relevado el 11 de abril.
Truman cesó a MacArthur de su cargo como comandante supremo en el Lejano Oriente diciendo que «no era apto para el mando». Después de su despido, hubo informes de que Truman habría referido a MacArthur como «ese maldito» en conversaciones privadas.
El 17 de febrero de 1956 MacArthur escribió: “Lo que probablemente decidió de un modo definitivo mi destitución fue el hecho siguiente: en enero pedí la apertura de una encuesta de traición para destruir una red de espionaje responsable de fugas relativas a mis informes ultra secretos a Washington… El general Walton Walker se quejaba continuamente de que el enemigo conocía de antemano todos nuestros movimientos”.
La investigación que pedía MacArtur hubiera llevado a desenmascarar a “personas que ocupaban altos puestos en nuestro gobierno”, escribió el general Beaty. Truman paró ese golpe destituyendo a MacArthur.
Más tarde, el general James A. Van Fleet, comandante del 8º ejército americano en Corea del Sur, reveló que en junio de 1951 habría podido derrotar a los invasores rojos, pero que de Washington le prohibieron avanzar. “Ahora, desde mi retiro, hablo al pueblo americano con la mayor claridad posible… Mi conciencia no me permite callar… Mi propia convicción es que el enemigo debe haber tenido información de nuestras altas autoridades diplomáticas» – ‘Lo Verdad Sobre Corea’- Gral. James A. von Fleet.
El General Mark Clark, sucesor de MacArthur, también habló a su turno y dijo que los altos jefes de la política le impidieron varias veces el triunfo en Corea. “No se me permitió bombardear los numerosos puentes que atravesaban el río Yalu (que marcaba la frontera entre Corea del Norte y China) por los cuales el enemigo mandaba constantemente sus camiones, sus municiones y sus asesinos”.
MacArthur expuso la siguiente conclusión ante la Legislatura de Texas, en Austin, “Me preocupa la seguridad de nuestro gran país, no tanto a causo de uno eventual amenaza del exterior, como a causa de las fuerzas insidiosas del interior” (Junio de 1951).
El general George E. Stratemeyer dijo: “Sí, puedo asegurarles que creo que hay esperanzas de salvar a América. Pero primero debemos poner a Dios, a Jesucristo, nuevamente en nuestros pensamientos… Se entra en lo guerra para ganarla. No se entra para permanecer solamente y perderla. Y a nosotros en Corea, se nos requirió perderla. No se nos permitió ganarla”.
El capitán de navío de la Armada americana Robert A. Winston, publicó en 1958 un libro, “The Pentagon Case”, y luego preparó un expediente denunciando que había una encumbrada infiltración dentro de EEUU. Pero inmediatamente después se le obligó a callar.
El escritor americano John T. Flyn escribió: “Mientras nos armamos contra Rusia, permanecemos sin defensa contra los enemigos que están en el interior de nuestras fronteras. Son estos últimos, y no los soldados o los bombarderos de Stalin, los que acabaran por destruirnos”.
El mayor general Charles A. Willoughby, que se desempeñó como jefe de inteligencia militar del general MacArthur, investigó e informó sobre las actividades de espionaje relacionadas con el Instituto de Relaciones del Pacífico (IPR) (una ONG internacional establecida en 1925 para proporcionar un foro para la discusión de los problemas y las relaciones entre las naciones de la Cuenca del Pacífico). Willoughby testificó ante los comités del Senado y la Cámara de Representantes en 1951, alegando que el IPR estaba involucrado en actividades de espionaje y tenía conexiones con agentes comunistas.
En su testimonio, Willoughby mencionó específicamente que varias personas asociadas con el IPR, incluida Agnes Smedley, formaban parte de la red de espionaje de Richard Sorge. Esta red de espionaje fue acusada de transmitir secretos militares estadounidenses a la Unión Soviética y otras entidades comunistas. Las afirmaciones de Willoughby sugirieron que el IPR estaba infiltrado por agentes comunistas que lo usaban como vehículo para promover sus actividades de espionaje (Cementerio Nacional de Arlington) (Heritage History).
El IPR fue el resultado de dos grupos de organizadores, uno en New York y otro en Hawai. El esfuerzo con sede en New York fue organizado por Edward C. Carter (promovió intereses y grupos que eran frentes comunistas o dominados por los comunistas), quien después de la guerra se unió a The Inquiry, una comisión protestante liberal con un sabor a la vez gentil y militante que organizó conferencias y publicaciones sobre trabajo, relaciones raciales, ética empresarial y paz internacional. Entre los electores de Carter estaban John D. Rockefeller III, Abby Aldrich Rockefeller, hija del senador estadounidense de Rhode Island, y el Dr. Ray Lyman Wilbur, presidente de la Universidad de Stanford. Wilbur argumentó que una nueva organización dedicada a los asuntos del Pacífico llenaría un vacío que no abordan los grupos de política exterior de la costa este.
El IPR fue criticado por supuestas simpatías comunistas. La primera crítica importante al Instituto fue un estudio sobre tiempos de guerra realizado por Alfred Kohlberg, miembro disidente del IPR, un estadounidense que había sido propietario de una empresa textil en la China de antes de la guerra. Después de encontrar lo que creía que eran simpatías comunistas en el IPR, en particular en Frederick Vanderbilt Field, Kohlberg primero escribió a otros miembros de la Junta, publicó un informe de 80 páginas y luego lanzó una campaña publicitaria contra el Instituto.
Vanderbilt Field describió al IPR como «una organización burguesa de investigación y educación» financiada por las fundaciones Rockefeller y Carnegie y algunas de las corporaciones más grandes de EEUU, que según él subsidiaron su publicación de propuestas «tan anticapitalistas como los artículos que escribió para The New Masses y The Daily Worker.
La Fundación Rockefeller, en particular, jugó un papel crucial al proporcionar apoyo financiero constante al IPR.
Un mensaje de teletipo en el archivo IPR del FBI cita una fuente (redactada) en el sentido de que hubo, desde 1936, «un esfuerzo concertado para instalar a hombres que habían sido examinados por [Frederick Vanderbilt] Field o Carter u otros miembros del IPR en el Departamento de Estado” – Teletipo del 5 de abril de 1950, San Francisco al director del FBI J. Edgar Hoover y al agente especial a cargo, Baltimore, «Owen Lattimore, Espionage – R.», p. 1 (expediente DPI, sección 4).
En 1945 Field fue uno de los miembros fundadores del Comité para una Política Democrática para el Lejano Oriente, que intentó influir en la política estadounidense para que dejara de apoyar al gobierno del Kuomintang en China y, después de 1949, reconociera a la República Popular China.
El IPR perdió su estatus de exención de impuestos como organismo educativo en 1955, cuando el Servicio de Impuestos Internos alegó que el Instituto se había involucrado en la difusión de propaganda controvertida y partidista y había intentado influir en las políticas u opiniones del gobierno. Bajo el liderazgo de William L. Holland, el IPR emprendió una larga acción legal para recuperar el estatus de exención de impuestos, que duró hasta 1959. Para sorpresa de pocos, la sentencia judicial final rechazó todas las acusaciones del Servicio de Impuestos Internos.
El IPR fue objeto de nuevas sospechas por parte de las autoridades gubernamentales como resultado de las interceptaciones de Venona (un programa de contrainteligencia de los EEUU iniciado durante la Segunda Guerra Mundial por el Servicio de Inteligencia de Señales del Ejército de EEUU y luego absorbido por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)) y su estrecha asociación con Amerasia (una revista de asuntos del Lejano Oriente más conocida por el «Amerasia Affair»). Amerasia fue investigada cuando un informe clasificado de la Oficina de Servicios Estratégicos apareció como artículo en la revista. Entre el personal y los escritores de la revista se encontraban varios comunistas o ex comunistas, incluido Chi Ch’ao-ting, y en un momento Joseph Milton Bernstein, quien al parecer era un agente soviético.
El Instituto de Relaciones del Pacífico se disolvió en 1960. Se convirtió en el catalizador, bajo la dirección de William L. Holland, para la fundación en 1961 del Departamento de Estudios Asiáticos de la UBC.
Las dos organizaciones compartían el mismo edificio y muchos miembros del consejo editorial de Amerasia eran funcionarios o empleados de IPR. Una revisión del FBI de las publicaciones de Amerasia y IPR encontró que aproximadamente 115 personas contribuyeron con artículos a ambas. En este edificio también se encontraba el Comité para una Política Democrática para el Lejano Oriente (organización que estuvo activa entre 1945 y 1952 oponiéndose al apoyo de EEUU al gobierno del Kuomintang en China y en favor de la China comunista).
El «asunto Amerasia» se convirtió en una piedra de toque para quienes querían hacer sonar las alarmas sobre el espionaje y la posible infiltración comunista en el Departamento de Estado. El senador Joseph McCarthy habló a menudo del caso en estos términos, sosteniendo que se trataba de una violación de la seguridad y un encubrimiento de inmensas proporciones.
En 1946, un subcomité Judicial de la Cámara de Representantes presidido por el representante Samuel F. Hobbs y, en 1950, el Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado sobre la Investigación de la Lealtad de los Empleados del Departamento de Estado, comúnmente conocido como Comité Tydings, investigaron el caso Amerasia. En 1955, el Subcomité de Seguridad Interna del Senado solicitó los materiales de Amerasia al Departamento de Justicia. Los registros fueron desclasificados y el Departamento de Justicia entregó 1.260 documentos al Subcomité en 1956 y 1957.
El Subcomité de Seguridad Interna del Senado publicó un informe en dos volúmenes, The Amerasia Papers: A Clue to the Catastrophe of China, en 1970. Atribuyó la Revolución Comunista China en parte a las simpatías comunistas de los expertos en política china del Servicio Exterior, conocidos como las «Manos de China».