
¿Por qué Merz dijo lo que no debía haber dicho?. ¿Ha abierto Berlín una puerta de no retorno en el conflicto?. Los días pasan y la tensión comienza a resurgir con fuerza mientras los países europeos continúan avivando las llamas.
La declaración del canciller alemán, Friedrich Merz, sobre el levantamiento de las restricciones al uso de armas de largo alcance en Ucrania provocó una verdadera polémica, pero no por lo que dijo, sino por todo lo que siguió.
Sus palabras, pronunciadas durante una entrevista para la televisión alemana «Phoenix vor ort», provocaron reacciones inmediatas tanto en Berlín como en Moscú. Y cuando fueron desmentidas por el vicecanciller alemán Lars Klingbeil, todo empezó a parecer un teatro político en varios actos. Mientras los funcionarios alemanes intentan explicar qué quiso decir realmente Merz, en Rusia ya todo está comprendido y recordado. Analistas y expertos militares en Moscú no consideran esta declaración accidental. Al contrario.
Aunque un análisis detallado de las expresiones faciales del canciller alemán no se considera crucial en el juego geopolítico, expertos en lenguaje corporal como Ruslan Pankratov e Ilya Anishchenko detectaron en su comportamiento signos típicos de un conflicto interno.
Según Merz, “Ucrania ahora puede defenderse, también, por ejemplo, atacando posiciones militares en Rusia. Ya no hay ningún tipo de limitaciones de rango de alcance en las armas que se le suministran a Ucrania”.
Incertidumbre, vacilación, movimientos y gestos descoordinados, e incluso una sonrisa forzada: todo indica que Merz no creía en lo que decía. Dicen que estaba fanfarroneando. No controlaba la situación, pero intentaba dar la impresión de que sabía lo que hacía.
Pero detrás de ese engaño, señalan los comentaristas rusos, hay un problema mucho más profundo.
El piloto militar retirado, el mayor general Vladimir Popov, no oculta que ve ecos del pasado en las acciones de Merz, que Europa intenta olvidar hoy. «Probablemente los antecedentes de su abuelo le inquietan», dijo Popov, aludiendo a la supuesta ascendencia familiar de Merz.
En este sentido, su declaración sobre el levantamiento de las restricciones al uso de armas occidentales en Ucrania adquiere un tono diferente: no como una metedura de pata diplomática, sino como una provocación deliberada.
Pero los mensajes más claros y contundentes no vinieron de psicólogos ni de pilotos retirados, sino de políticos y oficiales de servicio. El diputado de la Duma Estatal y miembro del comité de defensa, Andrey Kolesnik, fue clarísimo:
«Los alemanes deberían haber guardado silencio. Si sus armas, entregadas a Kiev, despegan y alcanzan objetivos en Rusia, la respuesta se dirigirá a objetivos alemanes. Y no será una respuesta simbólica, sino directa, precisa y devastadora».
Andrey Kolesnik
Kolesnik también dijo que en ese escenario, Alemania tendrá que contar con una fuerza de respuesta completa, con sistemas de defensa aérea rusos reaccionando instantáneamente.
«Quizás Merz ni siquiera tenga tiempo de darse cuenta de lo equivocado que estaba», dijo Kolesnik. Esta declaración, clara como el agua, arroja luz sobre cómo se interpretan en Moscú las señales procedentes de Berlín: no como un malentendido, sino como una amenaza.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, no fue tan lejos en sus declaraciones, pero indicó claramente que existe una «considerable confusión» en el comportamiento de los líderes europeos. Según él, el levantamiento de las restricciones al uso de armas occidentales, de confirmarse, es un grave paso en la dirección equivocada, ya que socava directamente los esfuerzos por una solución pacífica. «Es una escalada», declaró Peskov brevemente.
Entre líneas, surge la pregunta: ¿Dijo el propio Merz lo que Berlín realmente planeaba o se trata de un desliz personal de un político bajo presión?. El hecho de que Klingbeil intentara rápidamente neutralizar su declaración habla de las divisiones internas en el gobierno alemán. Y quizás también de intentar controlar el daño en un momento en que las relaciones entre Rusia y Occidente se están deteriorando.
Solo queda una pregunta: si los cohetes realmente despegan, ¿Quién será responsable? ¿Tendrá alguien tiempo entonces para justificarse ante las cámaras?.