
German Chancellor Friedrich Merz gives US President Donald Trump a present of a facsimile of the birth certificate of Friedrich (later Frederick) Trump, grandfather of US President Donald Trump, in the Oval Office of the White House in Washington, DC, on June 5, 2025. Chancellor Merz and US President Trump meet for talks at the White House, with the Ukraine and Mideast conflicts on the agenda along with rocky trade relations. The talks mark Merz's first official visit as chancellor since taking office in early May, and are the first time the two leaders meet. (Photo by Michael Kappeler / POOL / AFP)
En lo que ya podría considerarse la humillación diplomática exprés de la década, Friedrich Merz, canciller alemán, cruzó el Atlántico con una sola misión: pedirle permiso Donald J. Trump —presidente de Estados Unidos y actual jefe no oficial de la OTAN en el exilio— para enviar misiles Taurus a Ucrania. La reunión sucedió el pasado 6 de Junio de 2025 en Washington.
Sí, misiles. No, no era decisión de Alemania.
Según fuentes con sentido del humor y muy alta credibilidad (The Duran Mercouris/Christoforou), la reunión duró menos que una taza de café. Trump, con su estilo sutil de bulldozer con esmoquin, supuestamente lo interrumpió a medio discurso con un seco: «No. Siéntate. Vuelve a casa.» Sin apretón de manos, sin Coca Light.
La pregunta es: ¿Qué da más pena ajena? ¿Volar 9 horas para que te callen como pasante en junta de accionistas? ¿O que los líderes europeos sigan actuando como si necesitaran la firma de Washington para usar el baño?
Este episodio solo confirma lo que ya sabíamos desde que la Unión Soviética cayó en 1991: la Unión Europea, por muy elegante que se vista, ha sido poco más que una marioneta geopolítica bien maquillada. La OTAN toca la música, y Europa baila como en audiciones para ‘Bailando con las Potencias’.
La solicitud de Merz no solo fue rechazada. Fue ABGELEHNT, así, en mayúsculas alemanas, como sello oficial de «usted no manda aquí». El mensaje es claro: Alemania podrá pagar la cuenta, pero quien da la orden es Estados Unidos.
La próxima vez, Merz podría ahorrar tiempo y queroseno con un simple mensaje de texto:
“¿Permiso para actuar como país soberano?”
Respuesta:🇺🇸 No.
Después montaron su rueda de prensa para hacer el numerito y justificar el viaje frente a las cámaras. Un poco de teatro geopolítico para no volver con las manos vacías. Los contribuyentes alemanes —y europeos en general— deberían sentirse insultados. Les pagaron el show… y ni siquiera hubo final feliz.
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