
“Los cristianos deben tener la oportunidad, y no solo de palabra, de permanecer en sus países de origen con todos los derechos necesarios para una existencia segura. ¡Por favor, luchemos por ello!”, declaró en una reunión de Iglesias Católicas Orientales en el Vaticano.
El Papa León XIV dio la bienvenida a los católicos orientales al Vaticano con el tradicional saludo pascual: «¡Cristo ha resucitado! ¡Realmente ha resucitado!».
Dirigiéndose a los fieles de las 23 Iglesias sui iuris en plena comunión con Roma, el Santo Padre afirmó: «Sois preciosos a los ojos de Dios» y expresó su felicidad por poder dedicar uno de los primeros encuentros de su pontificado a los fieles orientales.
“Al mirarlos”, dijo, “pienso en la diversidad de sus orígenes, en su gloriosa historia y en los amargos sufrimientos que muchas de sus comunidades han padecido o siguen padeciendo”.
Al mismo tiempo, reafirmó “la convicción del Papa Francisco de que las Iglesias orientales deben ser ‘amadas y estimadas por las tradiciones espirituales y sapienciales únicas que preservan, y por todo lo que tienen que decirnos sobre la vida cristiana, la sinodalidad y la liturgia’”.
Recordando las enseñanzas de los Papas anteriores, incluidos León XIII y San Juan Pablo II, el Papa León XIV enfatizó la importancia de las tradiciones orientales, especialmente la liturgia.
También expresó su preocupación por “muchos de nuestros hermanos y hermanas orientales” que han sido exiliados de sus países de origen “y corren el riesgo de perder no sólo sus tierras nativas”, sino también su identidad religiosa.
El Papa León insistió en la importancia de preservar los ritos orientales y pidió al Dicasterio para las Iglesias Orientales “que ayude a definir principios, normas y directrices” para ayudar a los obispos latinos a apoyar a los católicos orientales en la diáspora para preservar su herencia.
La Iglesia necesita Oriente
“¡La Iglesia os necesita!”, dijo el Papa León. “La contribución que el Oriente cristiano puede ofrecernos hoy es inmensa”, continuó, señalando la necesidad de recuperar el sentido del misterio expresado en las liturgias orientales; la importancia de redescubrir el sentido de la primacía de Dios y de la mistagogia; y la necesidad de “penitencia, ayuno y llanto por los propios pecados y por los de toda la humanidad”.
“Es vital entonces que preservemos nuestras tradiciones sin atenuarlas”, afirmó.
El Santo Padre destacó además el valor “medicinal” de las tradiciones orientales de espiritualidad que combinan “el drama de la miseria humana con el asombro ante la misericordia de Dios”.
“¿Quién mejor que tú”, preguntó, “puede cantar una canción de esperanza incluso en medio del abismo de la violencia?”.
Retomando el reconocimiento del Papa Francisco a las comunidades orientales como “Iglesias mártires”, el Papa León lamentó la violencia que sigue asolando regiones tan diversas como Tierra Santa, Ucrania, Oriente Medio, Tigray y el Cáucaso.
“De este horror, de la matanza de tantos jóvenes, que debería provocar indignación porque se sacrifican vidas en nombre de la conquista militar, resuena un llamado” a la paz.
Hizo un llamamiento, dijo, “no tanto al Papa, sino a Cristo mismo, que repite: ‘¡La paz sea con vosotros!’”.
“Oremos por esta paz”, dijo el Papa, “que es reconciliación, perdón y valentía para pasar página y comenzar de nuevo”.
Compromiso con la paz
El Papa León XIV expresó con fuerza su compromiso de “hacer todos los esfuerzos para que la paz prevalezca”, reafirmando la voluntad de la Santa Sede de hacer todo lo posible “para ayudar a reunir a los enemigos, cara a cara, a hablar entre ellos”, a dialogar, “para que los pueblos de todas partes puedan encontrar esperanza y recuperar… la dignidad de la paz”.
Dirigiéndose directamente a los pueblos del mundo y a sus dirigentes, el Papa León XIII hizo un sentido llamamiento: “¡Reunámonos, hablemos, negociemos!”.
Insistió en que “la guerra nunca es inevitable” y pidió silenciar las armas, “que no resuelven los problemas, sino que los incrementan”.
Continuó dando gracias a Dios por todos aquellos que están “sembrando la paz”, a la vez que expresó su gratitud por aquellos cristianos “que, sobre todo en Oriente Medio, perseveran y permanecen en sus patrias, resistiendo a la tentación de abandonarlas”.
El Papa afirmó la necesidad de que a los cristianos orientales se les dé “la posibilidad, y no sólo de palabra, de permanecer en sus tierras natales con todos los derechos necesarios para una existencia segura”.
Recordando una vez más que en sus tierras amaneció «Jesús, Hijo de la Justicia», agradeció a los cristianos orientales «por ser ‘luces en el mundo’» y les animó a «distinguirse por la fe, la esperanza y la caridad, y nada más».
Pidió a los pastores de las Iglesias orientales promover la “comunidad íntegra”, para que sus comunidades sean “lugares de fraternidad y corresponsabilidad”.
«Hoy más que nunca», concluyó el Papa León XIV, «el esplendor del Oriente cristiano exige liberarse de todos los apegos mundanos y de toda tendencia contraria a la comunión, para permanecer fieles en la obediencia y en el testimonio evangélico».