El Papa Francisco inició su homilía del domingo, pero después de dos minutos y medio tuvo que ceder la palabra a su maestro de ceremonias.
El Papa Francisco atraviesa un delicado estado de salud que ha quedado en evidencia nuevamente este domingo, cuando tuvo que abandonar la lectura de su homilía debido a dificultades para respirar. Mientras la Iglesia Católica enfrenta una de sus mayores crisis morales de las últimas décadas, la debilitada condición del pontífice genera incertidumbre sobre el futuro del clero y las decisiones que marcarán su rumbo en los próximos años.
Durante la misa del Jubileo de las Fuerzas Armadas, la Policía y el Personal de Seguridad, el Papa intentó leer su mensaje, pero apenas dos minutos y medio después tuvo que delegar la tarea al arzobispo Diego Ravelli. «Disculpen, ahora le pediré al Maestro de Ceremonias que continúe la lectura debido a mi dificultad para respirar», expresó Francisco, reflejando el deterioro de su estado físico.
Desde el 6 de febrero, la Santa Sede confirmó que el Papa padece bronquitis, lo que ha obligado a trasladar sus encuentros a su residencia en la Casa Santa Marta y a que sus asistentes lean sus discursos. No es la primera vez que su salud despierta inquietud; en su juventud, Francisco perdió gran parte de un pulmón, lo que lo hace especialmente vulnerable a enfermedades respiratorias. Además, en los últimos años ha sufrido varias hospitalizaciones, caídas y cirugías, limitando severamente su movilidad y obligándolo a depender de un bastón o una silla de ruedas.
Este visible deterioro del pontífice llega en un momento crítico para la Iglesia, que enfrenta serios cuestionamientos en distintos frentes. Las divisiones internas entre los sectores progresistas y conservadores se han profundizado, especialmente ante las posturas aperturistas de Francisco en temas como la bendición de parejas homosexuales y su enfoque en la sinodalidad. A esto se suman los escándalos de abusos y corrupción financiera que continúan minando la credibilidad de la institución ante los fieles.
Muchos dentro del sector conservador de la Iglesia observan con preocupación la frágil condición del Papa y se preguntan qué impacto tendrá en la elección de su sucesor y en el futuro doctrinal del Vaticano. Con un clero dividido y un liderazgo cada vez más debilitado, la incertidumbre se cierne sobre el destino de la Iglesia en una época de profunda crisis moral y estructural.