Da un poco de miedo observar la realidad y darse cuenta que en el día mundial del agua trae consigo una crónica de una muerte anunciada. El agua, la sustancia más importante para los seres vivos se ha convertido en el oro azul que todos quieren tener y muy pocos pueden acceder. El agua se encuentra en el corazón del sistema productivo de bienes y servicios, que es indiscutiblemente la mayor fuerza motora para el desarrollo de las economías globales.
El agua es mítica, real y abundante. Esta sustancia química H2O cubre tres cuartas partes de la superficie terrestre, sin embargo, a pesar de ser abundante es un recurso que escasea.
Aunque el agua es reconocida como un derecho humano desde el 2010, numerosos países africanos y asiáticos llevan acuesta el padecimiento constante de no tener suministro de agua potable. El desplazamiento diario para obtener este recurso es agotador, pero de ello depende vivir o morir. En la mayoría de los casos, la escasez no es el problema sino los altos grados de contaminación existentes.
La divulgación constante de la aplicación de los ODS que se aprobó el 25 de septiembre del 2015 deja mucho que desear. Mientras se ha impulsado lograr a cabalidad la aplicación del ODS 7 (energía asequible y no contaminante) se ha ignorado ya sea por conveniencia o por falta de conocimiento que esta transición ha traído consigo mayores niveles de empobrecimiento, hambre y por supuesto una exacerbada contaminación hídrica por la falta de disposición adecuada del agua residual usada dentro del proceso de explotación y procesamiento de materias primas.
En términos generales, no se pide que se limite el uso de recurso para las industrias, por el contrario, se le alienta a la inversión en tecnología para que puedan tener un suministro continuo y estable, ya que es un recurso que está condicionado por el abastecimiento urbano e industrial. Al hacer uso de estas aguas regeneradas se logra liberar recurso de mejor calidad para el abastecimiento inmediato de uso humano y a la vez permite reducir la explotación de acuíferos que son sobreexplotados.
El tratamiento de aguas residuales se materializa por medio del modelo de economía circular, concretándose en depurar y regenerar el agua para volverla a utilizar una y otra vez, tal como se presenta en el ciclo natural. La economía circular brinda una herramienta fundamental al momento de analizar los balances de masa, permitiendo una correcta planificación hidrológica.
El tratamiento de aguas residuales es la piedra angular que permite incrementar nuevos recursos seguros para los años venideros. Recordemos que el agua no se juzga por su procedencia sino por su calidad.