
El nuevo documento, publicado en marzo de 2025, lleva por título “Guía para jóvenes sobre el cambio de sistemas”[1] y actúa como una verdadera plataforma de adoctrinamiento narrativo diseñada para captar mentes jóvenes y moldearlas según la visión globalista de este influyente think tank. Según esta guía, el capitalismo (entendido como un sistema económico favorable a la propiedad privada, economía descentralizada y fomento a la libre iniciativa) sería una estructura parasitaria alimentada por el individualismo, que habría contaminado tanto nuestras sociedades como nuestra cosmovisión. En palabras textuales:
“El capitalismo se sustenta en narrativas que actualmente dominan nuestras sociedades y nuestra visión del mundo. Fundamentalmente, las narrativas de individualismo y aislamiento […] Pero si el capitalismo se sustenta en una ideología de individualismo, la comunidad es su antídoto”.
Estas líneas, extraídas directamente del documento, condensan la intención de la obra. Se trata de deslegitimar el sistema económico vigente en Occidente y promover su reemplazo por una lógica comunitaria que, aunque presentada como “colaborativa”, no es sino una versión reciclada del colectivismo marxista.
El texto fue elaborado en colaboración con “The 50 Percent”, una organización aliada al Club de Roma y con vínculos con la Universidad Estatal de Pensilvania. Esta organización se presenta como una plataforma que habla en nombre de la mitad de la población mundial menor de 30 años y se especializa en campañas de activismo climático y justicia social.
Vanessa Terschluse, editora jefe de The 50 Percent y una de las figuras centrales detrás de la guía, transmite un mensaje directo a los jóvenes sosteniendo que el capitalismo es un veneno. Su alternativa es construir comunidad mediante el uso estratégico de narrativas.
“El capitalismo no solo es dominante, sino un camaleón cambiante que se adapta a los desafíos más rápido de lo que se tarda en decir ‘injusticia sistémica’ […] El capitalismo ha dominado el arte de aparentar que está cambiando mientras se mantiene cómodamente igual.”
Bajo esta retórica, Terschluse insiste en que la única forma de enfrentar la supuesta toxicidad capitalista es mediante la creación de espacios comunales y la disolución de lo que denomina “aislamiento individualista”. Su propuesta esencial se repite:
“El capitalismo se sustenta en narrativas que actualmente dominan nuestras sociedades y nuestra visión del mundo. Fundamentalmente, las narrativas de individualismo y aislamiento […] Pero si el capitalismo se sustenta en una ideología de individualismo, la comunidad es su antídoto.”
La idea central del documento es que las narrativas tienen un poder estructurante. Según el Club de Roma: “Las narrativas moldean nuestros modelos mentales y paradigmas, influyendo en todo, desde las decisiones individuales hasta los comportamientos sistémicos.” Tal como se observa, se asume que el uso de narrativas y el cambio del lenguaje son vistos como instrumentos fundamentales para la transformación de la realidad social, no simplemente en el nivel simbólico, sino también en el nivel material de las relaciones de poder. Este enfoque, desarrollado principalmente por autores como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, toma elementos del marxismo clásico, del posestructuralismo y de la teoría discursiva para plantear una nueva estrategia de hegemonía política y lucha cultural en las sociedades contemporáneas. El posmarxismo se distancia del determinismo económico del marxismo ortodoxo (según el cual la infraestructura económica determina la superestructura ideológica) y pone el foco en el discurso como un campo privilegiado de construcción de sentido y de poder. El mundo social no es algo que simplemente está “ahí”, esperando ser interpretado, sino que es constituido por significaciones, es decir, por prácticas discursivas que organizan el mundo. Laclau y Mouffe, en Hegemonía y estrategia socialista (1985), sostienen que la sociedad no tiene una esencia última, sino que es una construcción hegemónica contingente, producida por discursos que intentan fijar significados.
Para el posmarxismo, no hay una “realidad objetiva” por fuera de los marcos discursivos: lo que cuenta como «real» (por ejemplo, qué es una nación, qué es justicia, quién es el pueblo, qué es una mujer) es definido en una disputa discursiva. La hegemonía es entonces la capacidad de un grupo para imponer una narrativa que organice la experiencia colectiva como si fuera la única interpretación válida. Así, cambiar el lenguaje —redefinir términos, resignificar símbolos, disputar conceptos clave— es una forma de lucha política, porque quien consigue que su visión del mundo sea aceptada como “sentido común”, gana poder social.
El posmarxismo propone la estrategia de construir cadenas de equivalencia entre diversas demandas sociales (de mujeres, trabajadores, minorías, pueblos indígenas, etc.) mediante un lenguaje común, una narrativa que las unifique bajo una misma lógica política (por ejemplo, la “lucha contra la opresión” o por “justicia social”). El lenguaje, en este contexto, no solo representa esas demandas, sino que las produce como actores políticos (como el “pueblo”, el “proletariado” o la “diversidad sexual”). El cambio de términos no es accesorio, sino condición de posibilidad para nuevos sujetos colectivos. Siguiendo la idea gramsciana de la hegemonía cultural, el posmarxismo entiende que la transformación revolucionaria ya no se juega tanto en la toma violenta del poder del Estado, sino en la construcción de un nuevo sentido común mediante la disputa del lenguaje en los medios, la educación, el arte, la política, etc…
En el caso del Club de Roma, aunque su discurso está impregnado de referentes marxistas, Terschluse también alude al poder de la comunidad como remedio a la polarización política y cultural, responsabilizando a los líderes contemporáneos de exacerbar las divisiones sociales. Se sostiene, de hecho, que “la comunidad también es el antídoto contra la polarización […] Si bien los líderes actuales quieren mantenernos separados, resaltando nuestras diferencias ideológicas o culturales, cuando nos unimos, nos damos cuenta de que tenemos más en común que lo que nos separa. Y así es como construimos movimientos para el cambio: a través de la unión y la comunidad.”
Estas nuevas narrativas no son nuevas. Ya en 1991, el Club de Roma dejaba claro su objetivo en su influyente informe “La primera revolución global”: “Al buscar un nuevo enemigo que nos uniera, se nos ocurrió la idea de que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, la hambruna y similares serían la solución. […] Todos estos peligros son causados por la intervención humana, y solo mediante un cambio de actitud y comportamiento se pueden superar. El verdadero enemigo, entonces, es la humanidad misma.”; resulta evidente cómo esa tesis posmarxista que nuclea un “amigo enemigo”, un “nosotros ellos” se valida aquí donde aparece el “enemigo” en cuestión.
Es decir, en ausencia de guerras convencionales, el enemigo sería el ser humano en sí, lo cual abrió la puerta al uso ideológico del ecologismo como herramienta de control social y moral. Esta cosmovisión se reafirma en la guía juvenil: “Con la comunidad a nuestro lado y resiliencia en nuestros corazones (la buena, no la del capitalismo astuto), tal vez tengamos una oportunidad.” Bajo el barniz de resiliencia y comunidad, lo que se promueve en realidad es una agenda sistemática; entiéndase, la redistribución radical de la riqueza, colectivización de la propiedad privada, desincentivo de la tenencia individual, y control gubernamental sobre bienes de consumo como alimentos y combustibles. Todas propuestas que recuerdan al “Gran Salto Adelante” chino, pero envueltas en lenguaje climático. Ya no se necesita una amenaza bélica para justificar transformaciones globales. La narrativa climática basta. Como explican en su guía: “Las narrativas son pequeñas cosas furtivas: están en todas partes, a menudo tan arraigadas en nuestra cultura que ni siquiera nos damos cuenta de que están ahí.”
Una vez más, se trata de moldear el pensamiento sin que el individuo lo perciba. En este proceso, el Club de Roma desaconseja dividir el mundo entre buenos y malos, aunque paradójicamente clasifica toda narrativa opuesta como desinformación o discurso de odio: “En el cambio sistémico, la otredad es el antídoto contra la otredad, esa insidiosa costumbre de dividir el mundo entre «nosotros» (los buenos, obviamente) y «ellos» (los villanos, los invasores extraterrestres o esa persona que insiste en que la piña pertenece a la pizza). La otredad es la kriptonita del cambio sistémico porque crea muros cuando necesitamos puentes”. Y al mismo tiempo: “Las narrativas basadas en el discurso de odio, la desinformación o el miedo pueden reforzar sistemas dañinos y sembrar la división. Estos son los villanos del mundo narrativo: los cuentos engañosos que distorsionan los hechos, marginan a las comunidades y hacen del mundo un lugar más oscuro”. Una contradicción fundamental que apunta a una estrategia de manipulación; se condena el pensamiento binario al tiempo que se demoniza a todo disidente ideológico. Aun así el Club de Roma advierte que “La mala noticia? Sistemas como el capitalismo han dominado el arte de la adaptación, cooptando movimientos y mercantilizando ideologías. ¿La buena noticia? Si comprendemos esta resiliencia, podemos ser más astutos que ella, impulsando una transformación genuina en lugar de soluciones superficiales.”
Es evidente que su solución no es sino otra forma de colonización ideológica, en este caso, mediante “la gran narrativa”. El Club de Roma, al igual que el Foro Económico Mundial, sabe que los datos no conmueven masas, pero las historias sí: “Los hechos son importantes, pero no son muy efectivos para levantar a la gente de sus asientos. Las historias, en cambio, pueden mover montañas, o al menos motivar a la gente a firmar peticiones, unirse a movimientos y replantear sus decisiones.” Por eso afirman que “si quieres crear un cambio significativo y duradero, tienes que cambiar la narrativa: replantear la historia en la que todos vivimos.”
Todo parte de una misma base, esto es, controlar la mente a través del relato. Especialmente la mente de los más jóvenes. Al igual que el WEF, el Club de Roma se rinde ante el poder del relato: “Las narrativas moldean nuestros modelos mentales y paradigmas, influyendo en todo, desde las decisiones individuales hasta los comportamientos sistémicos.”
Es decir, manipular desde adentro. Transformar las conciencias desde la infancia. Como culminación, la “Guía para jóvenes” desemboca en la Beca de Narración de Historias impulsada por The 50 Percent, diseñada explícitamente para preparar agentes culturales que promuevan las agendas ideológicas del Club: “La Beca de Narración está abierta a jóvenes apasionados por marcar la diferencia en el mundo, incluyendo activistas climáticos, defensores de la justicia social y miembros de redes de impacto social. Esta beca está diseñada para amplificar tu voz, dotarte de habilidades esenciales para la narración y conectarte con una red de creadores de cambios con ideas afines.”
El programa, según su perfil en LinkedIn, afirma: “El 50% es un programa global de participación juvenil del Club de Roma y la Universidad Estatal de Pensilvania. […] Es una plataforma para que los jóvenes promuevan el cambio creando iniciativas, compartiendo sus historias y desarrollando habilidades críticas. Lo logramos a través de nuestros diversos programas, desde la formación en maestría psicológica, destinada a ayudar a los jóvenes a afrontar la ansiedad climática, hasta nuestra revista juvenil, centrada en las historias y experiencias de personas de todo el mundo.”
El objetivo está claro por cuanto buscan formar soldados ideológicos para una nueva revolución global. Lo hacen desde hace más de medio siglo, inspirados en la idea de que hay límites al crecimiento y que el desarrollo humano debe ser contenido. La estrategia ahora se centra en la mente, la narrativa y la juventud. Y como advierten ellos mismos, la clave es la historia que se cuenta, o, mejor dicho, la que ellos quieren imponer.
[1] Disponible en https://www.clubofrome.org/wp-content/uploads/2025/03/2025-Young-Persons-Guide-to-Systems-Change-The-50-Percent-1MB-compressed.pdf