La miocarditis es la inflamación del músculo cardíaco y puede presentarse con dolor en el pecho, palpitaciones, falta de aire y elevación de marcadores cardíacos como la troponina, lo que indica daño del tejido cardíaco. Este cuadro clínico suele aparecer a los pocos días de la inmunización.
El estudio, publicado el 10 de diciembre de 2025, identificó dos proteínas del sistema inmunitario—CXCL10 e interferón gamma (IFN-γ)—como principales mediadores de esta respuesta inflamatoria en algunos vacunados. Según los autores, estas moléculas son liberadas por ciertos glóbulos blancos tras la vacunación y pueden desencadenar una cascada de señales que resulta en inflamación cardíaca en individuos susceptibles.
Los investigadores emplearon cultivos celulares y modelos animales para observar cómo la presencia elevada de estas proteínas puede atraer macrófagos y neutrófilos al tejido cardíaco, lo que coincide con hallazgos de inflamación observados en personas que desarrollaron miocarditis luego de vacunarse.
“Las vacunas mRNA han sido esenciales para mitigar la pandemia de COVID-19, pero como con todos los fármacos, no todos responden de manera idéntica”, afirmó Joseph Wu, director del Instituto Cardiovascular de Stanford y coautor del estudio.
Agencias regulatorias, como la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA), han actualizado las advertencias de seguridad en las etiquetas de vacunas mRNA para incluir información más detallada sobre el riesgo de miocarditis y pericarditis, y continúan monitoreando activamente los datos de seguridad post-comercialización.
Además de describir este mecanismo inmunitario potencial, los autores proponen estrategias que podrían mitigar la inflamación cardíaca inducida por las vacunas, abriendo el camino a investigaciones futuras sobre cómo ajustar formulaciones o manejar mejor los casos de miocarditis posvacunal.
Expertos independientes señalan que estos hallazgos aportan materia prima valiosa para la comunidad científica, pero remarcan que se trata de un paso en la investigación y no de una prueba concluyente de causalidad generalizada.
Fuente: News.Stanford.edu




