Vale recoradar que “el 19 de octubre de 2025, el Papa León XIV proclamó «santos» a los dos primeros venezolanos de la historia de este país: José Gregorio Hernández Cisneros, el «médico de los pobres», y María del Carmen Rendiles Martínez, fundadora de la comunidad de las Siervas de Jesús”[1].
Por un lado, La canonización de un santo tiene profundas implicaciones teológicas, litúrgicas y jurídicas dentro de la Iglesia Católica. Según el Catecismo (n. 828), al canonizar a ciertos fieles, la Iglesia proclama que estos vivieron las virtudes cristianas en grado heroico y son propuestos como modelos de vida y de intercesión. Según el Código de Derecho Canónico (cánones 1186-1187 y 1230-1234), la canonización autoriza el culto público y universal del nuevo santo. A partir de ese momento, su nombre puede figurar en el calendario litúrgico y su fiesta celebrarse en toda la Iglesia o en determinados lugares. Se permite la dedicación de templos, altares y oraciones públicas en su honor, lo que no se puede hacer con los simples beatos (cuyo culto es local o limitado); también se le concede intercesión universal, es decir, todos los fieles pueden invocarlo legítimamente en sus oraciones. Además, la canonización confirma la comunión de los santos (CIC 946-948) por cuanto la Iglesia militante en la tierra, la purgante y la triunfante en el cielo forman un solo cuerpo. La canonización es también un juicio prudencial elevado a certeza infalible, donde la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, certifica la gloria celestial del alma. No se trata solo de venerar su recuerdo, sino de afirmar que la santidad es posible y que el camino de Cristo tiene frutos reales.
Mientras la Iglesia celebraba entonces la canonización de 2 nuevos santos, por otro lado, se constata que el gobierno de Nicolás Maduro no ha perdido ocasión para apropiarse de esta ocasión moral, presentando el acontecimiento como un respaldo providencial a su régimen. Tal instrumentalización explica por qué la canonización se convierte en “asunto de Estado”. En ese sentido, el cardenal Baltazar Porras alza la voz desde el ámbito eclesial para denunciar la pobreza creciente, la militarización del país y la opresión de la voluntad popular, sin embargo, el gobierno responde acusándole de conspiración contra el “santo” Hernández, evidenciando la mezcla tóxica de fe y confrontación política.
De allí es que resulta necesario considerar que. cuando la Iglesia se deja cooptar por la política o cuando el Estado (en este caso chavista), se pretende absorber un acto litúrgico para su propaganda; luego, se diluye la esencia misma del sacramento. Ciertamente que la santidad no es el postureo moral en redes sociales ni una plataforma de propaganda ideológica. La santidad es signo de esperanza, fe y caridad, algo que el socialismo del S. XXI busca instrumentalizar. De hecho, la canonización de los nuevos santos venezolanos es lo que desató esta fuerte tensión entre la Iglesia y el régimen de Nicolás Maduro. Temiendo que la misa papal pudiera interpretarse como un gesto de apoyo al chavismo, el cardenal Pietro Parolin (exnuncio en Venezuela) aprovechó su homilía en San Pedro para denunciar las injusticias del país y pedir la liberación de los oprimidos. Poco después, la gran “Fiesta de la Santidad”, prevista para congregar a miles de fieles, fue cancelada oficialmente por motivos de seguridad, aunque dentro del arzobispado se sospecha que el gobierno pretendía manipular el evento como una demostración política a favor de Maduro. El cardenal Baltazar Porras, una de las voces más firmes contra el régimen, denunció en ese momento lo antes dicho, la pobreza, la corrupción y la militarización del país; esto es lo que provocó una respuesta agresiva del propio Maduro, quien lo acusó de “conspirar contra José Gregorio Hernández”. Todo ocurre en medio de una creciente presión internacional porque Estados Unidos refuerza su presencia militar cerca de las costas venezolanas y aumenta su vigilancia sobre un país devastado por el socialismo, pero rico en petróleo, recurso que (como siempre en la historia de Venezuela) se convierte en fuente de conflicto, ambición y disputa geopolítica.
[1] Fuente: https://fsspx.news/es/news/dos-nuevos-santos-venezolanos-reavivan-las-tensiones-entre-la-iglesia-y-el-estado-55102




