El medio Bloomberg estima que Berlín se mostró «lento» a la hora de resolver su vulnerabilidad energética, ya que solo recientemente ha fijado los objetivos de reducción de la demanda, mientras considera que las medidas para diversificar los suministros alternativos son «insuficientes».
Alemania tiene «poco tiempo» para evitar una escasez energética el próximo invierno, pues se trata del país más expuesto a los riesgos energéticos en Europa debido a su dependencia de los suministros rusos. Así lo advierte este lunes la agencia Bloomberg en un artículo titulado ‘Alemania tiene tres meses para salvarse de una crisis de gas invernal’.
El medio estima que el Gobierno del canciller Olaf Scholz ha sido «lento» a la hora de abordar la vulnerabilidad energética, ya que solo recientemente ha fijado los objetivos de reducción de la demanda, mientras considera que las medidas para diversificar los suministros alternativos son «insuficientes».
«Dado que Moscú sigue restringiendo las entregas y que Francia se esfuerza por exportar electricidad a sus vecinos, se esperan pocos respiros«, al tiempo que «los riesgos se extienden más allá de este invierno», advierten desde el medio. En cuanto a las entregas de París, Berlín no puede confiar en la energía producida en centrales nucleares francesas, porque sus «reactores defectuosos están agravando la escasez de gas«.
En este sentido, expertos familiarizados con el pensamiento de los dirigentes indicaron a Bloomberg que Rusia podría mantener los suministros gasísticos «a niveles mínimos», mientras continúa el conflicto en Ucrania. De darse este escenario, es muy probable que el déficit energético en Europa persista, vaticinan desde Bloomberg.
En este contexto, conviene recordar que a mediados de junio la empresa estatal rusa Gazprom redujo el flujo de gas en torno a un 40% a través del gasoducto Nord Stream 1, la principal infraestructura de suministro de gas a Europa, por un problema con la reparación de una turbina de la empresa Siemens que quedó varada en Canadá, que finalmente aceptó enviar la unidad a Alemania para que la transportara hasta Rusia.
Entre el 11 y el 21 de julio, el corte del suministro fue total. Las dos tuberías que componen este gasoducto estuvieron desactivadas mientras se llevaban a cabo operaciones anuales de mantenimiento programadas, según aseguró la compañía rusa en un comunicado. Su funcionamiento ordinario se reanudó el 21 de julio.
Más adelante, el 25 de julio, Gazprom anunció que detendrá el funcionamiento de otra turbina de Siemens en la misma estación de compresión a partir del 27 de julio. La capacidad diaria quedará en un máximo de 33 millones de metros cúbicos, la mitad de los 67 millones actuales.
Desde el lado ruso se argumenta que las sanciones económicas impuestas por la UE y otros actores internacionales dificultan las operaciones de mantenimiento de estas infraestructuras.
Datos alarmantes
Los datos más desasosegantes para Alemania son los relacionados con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, que apunta a que Berlín perdería el 4,8% de su producción económica si Rusia corta sus entregas de gas. Mientras, el Banco Central de Alemania situó el daño potencial en 225.000 millones de dólares.
Bloomberg recalca que «el racionamiento y la recesión se ciernen» sobre la nación europea y recuerda las recientes declaraciones de la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, que advirtió de la posibilidad de que estallen «revueltas populares» si la nación se queda sin gas.
Medidas para afrontar la crisis
Ante este panorama, las autoridades alemanas tuvieron que volver a poner en marcha plantas eléctricas carboneras desactivadas y recurrir a un amplio abanico de medidas para reducir el consumo de gas. En la vida cotidiana, estos recortes se traducen en la interrupción de la iluminación nocturna de ciertos objetos de infraestructura, como el palacio presidencial en Berlín. En la ciudad de Hannover tuvieron que desconectar el suministro de agua caliente en las duchas de las piscinas, mientras que los municipios en todo el país preparan refugios de calefacción.
Así, en la ciudad de Ludwigshafen, donde se ubica un importante puerto del río Rin, funcionarios locales están evaluando qué tipo de infraestructura vital puede seguir funcionando en el peor de los casos. Además, contemplan la posibilidad de convertir una arena local que suele acoger conciertos o exposiciones de perros en «un oasis de calor» que albergaría a cientos de personas.
«Todo el mundo puede hacer ya algo por su cuenta y ahorrar energía siempre que sea posible. Cada kilovatio hora que ahorremos ahora nos ayudará en otoño e invierno», declaró la alcaldesa de la ciudad, Jutta Steinruck.
Mientras, los almacenamientos de gas están llenos al 68 % de su capacidad máxima, por lo que el país corre el riesgo de no cumplir el objetivo del Ejecutivo federal de rellenar los depósitos al 95 % para el próximo 1 de noviembre. Según las estimaciones del regulador de la red gasística alemana, alcanzar este nivel es «difícilmente posible sin medidas adicionales«.
Si fracasan las medidas para reequilibrar la oferta y la demanda, el Gobierno está facultado para declarar una emergencia de gas, lo que significará que el Estado toma el control de la distribución del combustible, decidiendo quién lo recibe y quién no.
«Aunque los hogares y los objetos de la infraestructura crítica están protegidas de las interrupciones, no hay garantías de que las temperaturas en las habitaciones sean tan confortables», alertan desde el medio. Así, el principal arrendador de Alemania ya anunció que planea disminuir la calefacción por las noches, mientras que los edificios públicos desconectan los termostatos.
Por otra parte, el incremento en los costes agrava la situación para los elementos pobres de la sociedad. De hecho, casi uno de cada cuatro alemanes ha caído ya en la pobreza energética, lo que afecta a las capacidades para cubrir otras necesidades, estimaron desde el Instituto de Investigación Económica de Colonia.
Algunas empresas ya planean reducir actividades
Por otra parte, oleadas de frío obligarían a las compañías a «luchar» por los suministros «ya apretados» del gas natural licuado (LNG, en inglés). En este caso, el aumento de precios podría traer consigo una suspensión de las actividades de las empresas en sus instalaciones durante el próximo invierno, reduciendo así un 17 % de la demanda industrial del combustible, según Penny Leake, analista de la empresa de consultoría Wood Mackenzie.
Entretanto, una encuesta realizada por el grupo de cabildeo DIHK entre 3.500 compañías, reveló que el 16% de las firmas industriales ponderan si reducir o renunciar a ciertas operaciones ante la posibilidad de una crisis energética. En particular, el gigante químico BASF planea reducir la producción de amoníaco, luego de que el aumento de los costes volviera el negocio no rentable. Además, tiene la intención de cambiar la producción de electricidad y de vapor por fuelóleo en su instalación principal en Ludwigshafen.
Un directivo de un gran fabricante alemán que habló con Bloomberg bajo condición de anonimato sugirió que sectores con alto consumo energético muy probablemente gravitarían a regiones con fuentes sostenibles de energía renovable, es decir, a la costa ventosa de Alemania o a zonas ricas en energía solar en el Mediterráneo, lo que vaciaría las regiones industriales alrededor del Rin y en el sur de Alemania.
Mientras, algunos ejecutivos de la industria química sostienen que su producción puede ser reubicada en Turquía, donde hay acceso a los suministros provenientes de Azerbaiyán.
Repercusiones externas
Los autores del artículo subrayan que Alemania no siguió las directrices de la Unión Europea (UE) para diversificar sus fuentes de energía, por lo que la situación actual puede reabrir «viejas líneas de fractura» dentro del bloque comunitario. «Los recuerdos de la crisis financiera, cuando Berlín aleccionó a los Estados miembros del sur sobre su deuda, están todavía muy vivos», indica el medio citando funcionarios anónimos.
Para demostrar que es posible reducir la dependencia del gas ruso, Bloomberg pone como ejemplo a Italia, que también dependía en más de la mitad de las entregas gasísticas de Moscú.
Sin embargo, el país transalpino actuó de forma más rápida a la hora de garantizar suministros alternativos procedentes de Argelia y Catar, al lo que se une la ventaja de contar con terminales para importar gas licuado
Por el contrario, Alemania solo ahora se ha decidido a apostar por el desarrollo de la infraestructura necesaria para recibir el gas licuado. Sin embargo, las obras para completar la primera terminal flotante del LNG no terminarán a tiempo este año, pese a las expectativas del Ejecutivo.