A pesar de los llamados de miembros del Gobierno Federal para posponer el desmantelamiento del reactor nuclear Doel 3, tanto el operador Engie como el director del reactor han confirmado que se cerrará permanentemente.
En 2003, el Gobierno Federal aprobó una ley según la cual los reactores nucleares deberían dejar de producir electricidad 40 años después de su instalación.
Esto fue en parte un acuerdo para apaciguar a los partidos Verdes en el gobierno que se han destacado por su larga oposición a la energía nuclear.
A pesar de ello, los reactores Doel 1 y 2, así como Tihange 1 (que comenzaron a producir energía en 1985) pudieron extender sus operaciones hasta 2025.
La misma extensión se aplicó luego a los reactores más recientes de Bélgica, Doel 4 y Tihange 3, a principios de este año. Esta decisión se produce a la luz de la crisis energética que ha sumido a Europa y tiene como objetivo garantizar la seguridad energética en Bélgica. Actualmente se están llevando a cabo conversaciones entre el gobierno belga y Engie para decidir cómo funcionarán ahora hasta 2035.
¿Cerrar o no cerrar?
Todos los ojos están ahora puestos en los reactores Doel 3 y Tihange 2, cuyos cierres estaban programados para 2022 y 2023 respectivamente. Después de fuertes argumentos en ambos lados, el 23 de septiembre se anunció que Doel 3 se desmantelaría permanentemente y cesaría toda producción a partir del 1 de octubre.
Sin embargo, el 14 de septiembre, la ministra federal del Interior, Annelies Verlinden, echó por tierra las cosas al pedir que se retrasara el cierre previsto.
Verlinden, quien también está a cargo de la seguridad nuclear, había tratado de posponer el cierre a medida que aumentaba el impulso de la energía nuclear como una fuente de electricidad estable y confiable. Mantener el reactor abierto salvaguardaría más del 50% de las necesidades anuales de electricidad de Bélgica.
En los días siguientes, una intensa cobertura mediática se centró en el posible aplazamiento. Pero después de discusiones con la gerencia y los operadores del reactor, se descartó el aplazamiento.
La portavoz de Engie, Nele Scheerlinck, confirmó al medio The Brussels Times que ahora no hay planes para prolongar la operación del reactor: «La decisión se tomó hace años», dijo Scheerlinck. «Cambiar los planes con tan poca antelación simplemente no es factible».
Además de los desafíos logísticos que traería la renovación del reactor, también hay barreras legales que deberían superarse: «Está legalmente prohibido que el reactor produzca más electricidad después del 1 de octubre de 2022», afirmó Scheerlinck. Esto está escrito en la licencia de operación de Engie.
Además, el director de la planta de energía, Peter Moens, dijo a la Agencia de Noticias Belga que retrasar el cierre «no era ni sabio ni aconsejable», sobre todo porque la mayoría del personal que trabaja en el reactor ya ha planeado trabajar en otro lugar.
Entonces, ¿la tan cacareada demora fue solo una discusión interna del gobierno?, «No recibimos ninguna solicitud (de los ministros) para que estos reactores se mantengan abiertos», afirmó Scheerlink.
En ese sentido, se podría suponer que Verlinden, como muchos otros políticos en tiempos de crisis, no quería ser visto como pasivo ante los enormes problemas energéticos de Bélgica.
Al apoyar públicamente la opción nuclear sin pasar por los trámites legales necesarios para garantizar que los reactores se prolonguen, ¿intentó Verlinden realmente salvar los reactores de Bélgica o simplemente estaba fingiendo?.