La deuda pública de un país representa la deuda de todo el conjunto de las administraciones públicas. Cuando un Estado llega a ese déficit público por haber gastado más de lo que ingresó necesitará, como todos sabemos, una fuente de financiación. Para ello, utilizan la emisión de activos financieros, como la emisión de títulos de deuda, letras del Tesoro, bonos, entre otros.
Como hemos analizado en otro momento, el tipo de interés que van a generar estas emisiones dependerá de la confianza de los mercados respecto a que el Estado va a devolver en el futuro ese dinero. Para lo cual existen las agencias que establecen ratings de pago en relación a la calidad crediticia que tengan estas emisiones.
Los tipos de interés, en general y a nivel mundial se encuentran muy bajos y en negativo en varios países, lo que amortigua la pesada deuda en la mayoría de estos países. Y en el caso de España, desde 2019, y junto a Grecia, son los países donde más ha crecido la deuda (pública y privada).
La deuda global en el segundo trimestre del 2021 era de 296 billones de dólares, y esto representa la escandalosa cifra del 353% del PBI mundial, PBI que justamente lo que expresa es el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de un país o región durante un período determinado, normalmente de un año o trimestrales.
La mejor manera de controlar la deuda es a través del crecimiento económico, algo que claramente preocupa en la actualidad porque, con los distintos problemas de las empresas, fábricas, que no pueden reactivarse o enfrentan escasez para la producción, no está ocurriendo.
El problema en Latinoamérica es más grave aún porque los países en desarrollo carecen de espacio fiscal para reactivar el crecimiento, a diferencia de los países ricos que pueden financiarse con divisas de reservas. Y la deuda de los países en desarrollo sobrepasa los 35 billones de dólares, con una subida del 8% en los últimos meses, según el «Informe de expectativas de la comisión de comercio y desarrollo de la ONU».
En el caso de España se alcanzó el máximo histórico de deuda pública en el segundo trimestre de 2021 a los 1.4 billones de euros, que es igual al 120,2% del PBI español. Y ¿Cómo es que el gobierno se enfrenta a semejante crisis de deuda? A través del aumento de impuestos que ya se está realizando. Si la recaudación de impuestos no alcanza, se cubre con emisión de deuda. Es decir, una rueda interminable. Medidas ficticias, abstractas porque no significan recuperación al ser imposible el pago futuro, a mediano o largo plazo.
El FMI, casi en un sentido cómico y como una tomada de pelo a la gente, dice que España no volverá a los niveles previos a la crisis sanitaria en términos de deuda pública y déficit presupuestario al menos hasta el 2026. Es que, ¿están haciendo algo positivo para sanear sus cuentas?
Porque ¿Qué ocurre con el incremento de impuestos? Sabemos que genera distorsiones en la economía, y cuando los incrementan, lo hacen en los llamados impuestos directos, que son los más perjudiciales para la economía y el empleo. Pero aún peor ahora al estar acompañado de una inflación galopante, que, a su vez, disminuye el poder adquisitivo de las personas.
La deuda en España, repartida por habitante, supone unos 30.000 euros por cada español, lo que equivale a la renta media de los hogares en 2020. Aumentando en 5.471 euros desde que gobierna el socialismo izquierdista.
Los políticos, ya sea en España o en gran parte del mundo, se la pasan aumentando el gasto público, haciéndonos ver siempre a los ciudadanos que lo hacen para dar servicios. Cuando en realidad lo que están haciendo con el sistema económico del que son cómplices, es poner en riesgo el presente y futuro de las naciones, siendo siempre ellos y sus amigos mega empresarios, multi millonarios, monopolistas quienes se quedan con el pastel.
El sistema de pensiones y jubilaciones, algo que sí es vital, dejarán de tener viabilidad, y nos dicen actualmente que ello significa, y que es, un gasto.
Me pregunto qué clase de bomba de destrucción están formando si lo combinamos con la escasez general de bienes, el colapso en las cadenas de suministros y los incrementos disparados de la energía.
Una cosa es lograr una economía sostenible y otra muy diferente es tener una economía sostenida, artificialmente. Y lo que actualmente se plantea casi a nivel mundial, es un ajuste brutal, que terminará por hacer perderlo todo y quedemos sin nada, con un cambio del sistema económico global que será tiránico con el control total desde los Bancos Centrales. Una vez más, los creadores y herederos de las teorías económicas y del sistema actual dirán que la culpa es nuestra, que significamos un gasto, como el problema que nos atribuyen también con respecto al cambio climático. Nosotros, los mortales, somos la deuda que quieren eliminar.