DURA DERROTA PARA EL PROGRESISMO. La reciente película de Disney-Pixar, basada en el famoso juguete de Toy Story, ha sido un rotundo fracaso en la taquilla.
Con un presupuesto de U$S 200.000.000, la reciente cinta solo logró cosechar U$S 51.000.000 en su primer fin de semana en los Estados Unidos. Cuando las proyecciones se ubicaban en torno al doble, según Deadline.
Pero no solo eso, es además una de las peores recaudaciones desde Cars 2. Incluso se ha convertido en el peor estreno de Pixar en los cines españoles con tan solo € 1.200.000.
A esto podríamos sumarle la prohibición de la película en 14 países debido al contenido LGBT y las criticas contundentes del youtuber Dross: “La película es un fracasó. Disney quería jugar a la gallina con Dios y perdió. Disney quería ir contra el mundo y el mundo le respondió a Disney”.
Varios son los motivos que explican el fracaso de Lightyear
En primer lugar, el colmo de la inclusión forzada y la bajada de línea progresista. No es la primera vez que Disney se ve envuelta en problemas con la incorporación de personajes, historias y escenas LGBT que nada aportan a las tramas, sino que más bien responden a la lógica de insertar una idea tergiversada del amor y la sexualidad en la mente de los niños. Lo que aquí sucedió es el colmo y el hartazgo de los espectadores cansados de la inclusión forzada de personajes que lo único por lo que buscan destacar es por su condición u orientación sexual. En los últimos años, Disney ha enviado mensajes subliminales a la audiencia que cada vez se tornan más evidentes y esto no ha sido bien recibido.
Lo mismo sucede con la cuestión racial. Lightyear ha dejado de lado a los clásicos personajes de la serie animada que se emitía en Disney Channel. Y los ha reemplazado por afroamericanos en su mayoría. ¿Esto tiene algo de malo? A priori podría decirse que no. Pero cuando evidenciamos que no es un cambio espontáneo, sino que más bien es un cambio más en una seguidilla de más y más personajes afroamericanos en distintas producciones de la compañía entonces claramente estamos ante un patrón. Sabemos que las nuevas versiones live action de los clásicos cuentos modificarán el aspecto de los personajes para hacerlos afroamericanos. Por ejemplo: La Sirenita será interpretada por Halle Bailey; el hada madrina de La Cenicienta será Billy Porter (interpretando una versión no binaria); y el hada de Pinocho será Cynthia Erivo.
Modificar de esta manera a los personajes clásicos afecta su esencia haciendo que se pierda el sentido de cercanía de los espectadores. Además, curiosamente, Disney hace estos cambios siempre en la misma dirección. Hasta el momento no ha hecho blanco a un personaje negro, ni a convertido en heterosexual a un homosexual.
Por otra parte, Lightyear también ha fracasado por las declaraciones de los actores de la cinta. Siendo Chris Evans el actor que presta la voz para el guardián espacial, quién llamó “idiotas” a todos aquellos que critican el beso lésbico de dos personajes. Vaya forma de promocionar una película.
Esto nos lleva a la cuestión de beso. El cual sigue la misma lógica anterior. No es un hecho aislado o colocado de manera inocente. Es un caso más, tras otro y otro. ¿Por qué está mal que los padres decidan qué es apropiado y qué no para que vean sus propios hijos? Lo que aquí molesta es la inclusión forzada y principalmente la normalización de las relaciones LGBT y la conformación de familias que dejan de lado la figura masculina.
Otro elemento que hizo fracasar a Lightyear es el estreno en cines. Si la película llegará a Disney Plus y yo tengo ese servicio, entonces ¿por qué pagaría la entrada de un cine?.
Un último elemento no menor es la falta de una historia clara, sin rodeos y que no sea confusa de comprender. Pues al final, el bueno no era tan bueno y el malo no era tan malo. Y si a esto le sumamos el hecho de que no hay referencias evidentes a la saga original de Toy Story entonces no hay nada con qué identificar al personaje. Pues tranquilamente la película podría llamarse de otra manera dado que no hay grandes elementos que hagan conectar al espectador con la versión que todos conocemos de Buzz Lightyear.
Por todos estos motivos, podemos concluir que Disney perdió una importante batalla que sienta un precedente. Perdió Disney, perdió el Progresismo.