El conflicto bélico desplegado en Ucrania ha provocado una crisis migratoria de la que Polonia y Hungríahan sido los primeros países en sufrir las consecuencias financieras y sociales; mientras, la Unión Europea (UE) sigue negándose a pagar el subsidio correspondiente aprobado para relanzar la economía tras la crisis sanitaria del Covid-19 pactado con cada nación integrante. De manera ilegítica, la Comisión Europea ha decidido retener los fondos de ayuda asignados a Polonia y Hungría correspondientes al año pasado, tal como informó «FSSPX News», se había aprobado un presupuesto de 2,000 billones -en forma de deuda común- para reactivar las economías en la etapa Pos Pandemia.
La razón aducida para esta retención, de acuerdo a expresiones políticas de la propia UE, es que Polonia y Hungría han rechazado los «valores fundamentales de la Unión Europea» en cuanto al Estado de derecho y la no discriminación. Concretamente, es una forma de sanción a su gestión en temas vinculados al aborto inducido, las cuestiones LGBT y ciertas reformas legales concernientes al globalismo (migración, educación primaria, cuotas de género, etc.).
En marzo, el Parlamento Europeo instó a la Comisión Europea a formular una resolución para pedir al Parlamento y al Consejo de la UE que retengan de forma permanente los fondos de la UE asignados a Polonia y Hungría hasta que estos países respondan a todos los requisitos, lo cual implica demostrar que las tiranías se presentan no pocas veces bajo la forma democrática. Ni Polonia ni Hungría deberían esperar que la Comisión Europea responda de manera satisfactoria a las necesidades creadas por la crisis de Ucrania, incluso si Polonia se convierte en el centro de atención de los líderes políticos occidentales debido a su proximidad con Ucrania. Es poco probable que la Comisión retroceda en sus medidas coercitivas porque parece que el único interés, incluso por sobre una guerra, es la imposición de una agenda de género. Es una ceguera llevada hasta la cima: el crimen del aborto y las pasiones de la ignominia se han convertido en las referencias insuperables de «Occidente», y hay que estar dispuesto a todo para defenderlas. Un lugar que tiene tales «valores» está condenado a la decadencia y la desaparición, y eso es lo que Occidente es hoy.
Fuentes: InfoCatolica/C-Fam – FSSPX.Actualités