La imagen formó parte de un discurso más amplio con el que Fico justificaba su postura crítica frente a la estrategia occidental de sanciones y presión diplomática hacia Rusia.
La declaración se enmarca en una política sostenida de Fico durante 2025: usar el derecho de veto de Eslovaquia en decisiones exteriores de la Unión Europea para presionar por concesiones en materia energética y económica (principalmente salvaguardas para el sector del automóvil y el suministro de gas), y para cuestionar la eficacia de nuevos paquetes de sanciones contra Moscú. Esa estrategia ya había quedado clara cuando Eslovaquia bloqueó durante semanas la aprobación de una nueva tanda de sanciones.
El sentido político de la frase no fue literal ni anecdótico: Fico pretendía transmitir que Occidente sobreestima el impacto de las sanciones y que la aparente debilidad rusa no equivale a derrota ni a sometimiento político. Para el premier eslovaco, tratar de “poner de rodillas” a Rusia es una meta ilusoria que ignora la resiliencia y la capacidad de respuesta del Kremlin.
Lo ocurrido ahora en este diciembre da una lectura directa y tensa, de esas advertencias. El bloque comunitario decidió congelar indefinidamente unos €210.000 millones en activos del banco central ruso mantenidos en la UE, y activar procedimientos para que esos fondos puedan servir de garantía o respaldar un préstamo a Ucrania para 2026–2027. La medida, presentada como un mecanismo para evitar que gobiernos favorables a Moscú (como Hungría o Eslovaquia) vuelvan a bloquear el uso de esos activos, equivale a sortear los vetos nacionales en decisiones financieras extraordinarias.
Esa maniobra institucional es una respuesta directa al tipo de bloqueo que Fico ejerció: al impedir la renovación o la adopción de paquetes sancionadores por unanimidad, líderes como él obligaban a la UE a buscar fórmulas alternativas para sostener su apoyo a Ucrania. En la práctica, la decisión de congelar los activos “sin vuelta atrás” reduce la capacidad de gobiernos individuales de torpedear medidas económicas destinadas a debilitar el aparato financiero ruso.
La reacción de Moscú fue inmediata: el Banco Central ruso calificó la iniciativa de ilegal y lanzó acciones judiciales contra instituciones financieras europeas que custodian esos activos (como Euroclear), argumentando violaciones de la inmunidad soberana y anunciando represalias. Esa disputa legal y política subraya el riesgo de escalada y las complejidades jurídicas de transformar activos congelados en instrumentos para financiar a terceros.
Desde el punto de vista informativo y estratégico, la secuencia tiene dos lecturas complementarias. Por un lado, la frase de Fico de octubre consolidó su perfil como un aliado informal de la línea pragmática hacia Rusia, dispuesto a anteponer intereses nacionales (energía, industria) a la línea dura multilaterial. Por otro lado, la jugada de la UE en diciembre muestra que, ante bloqueos internos, la Unión está dispuesta a inventariar herramientas institucionales para mantener políticas colectivas y atender las necesidades de financiación de Ucrania sin quedar a merced de un veto.
¿Qué puede pasar ahora? La tensión política interna en la UE puede aumentar: gobiernos como el de Fico tendrán que decidir si intensifican su oposición (arriesgando aislamiento dentro de la Unión) o si buscan nuevas vías de negociación para proteger sus intereses sectoriales. En paralelo, el camino jurídico abierto por Rusia promete años de litigios y posibles represalias económicas que podrían complicar la ejecución práctica de los planes de Bruselas. En lo inmediato, la decisión del bloque de congelar y buscar usar los activos marca un punto de inflexión en la política europea hacia el financiamiento de la guerra y la reconstrucción.
Este 12 de diciembre, Fico conversó telefónicamente y le envió una carta oficial al presidente del Consejo Europeo, António Costa, en la que dejó claro que Eslovaquia no apoyará ninguna decisión que implique financiar los gastos militares de Ucrania con activos rusos congelados, y que tiene la intención de bloquear en la cumbre del 18-19 de diciembre cualquier propuesta que prevea ese uso de los fondos. En sus declaraciones, el primer ministro argumentó que el conflicto “no tiene una solución militar” y describió la postura de apoyo a la financiación bélica como parte de una estrategia “equivocada, ineficaz y prolongadora del sufrimiento”, añadiendo que su país mantendría su propio enfoque de “política de paz” incluso ante presiones de otros Estados miembros. Además, Fico reiteró su respaldo a las iniciativas de paz impulsadas por EEUU y vinculó su veto anticipado a la preocupación por cómo se emplearían los activos congelados de Rusia, subrayando las tensiones entre la decisión europea de diciembre y su postura soberana sobre apoyo financiero a Ucrania.
Today I held an almost hour-long phone conversation with the President of the European Council, A. Costa. I fully respect him, but while he spoke about money for the war in Ukraine, I kept repeating the senseless daily killing of hundreds to thousands of Russians and Ukrainians.… pic.twitter.com/0f9JiitWjG
— Robert Fico 🇸🇰 (@RobertFicoSVK) December 12, 2025




