«Rusia ya está intensificando su campaña encubierta contra nuestras sociedades», declaró Mark Rutte en un discurso en Alemania. «Debemos estar preparados para la magnitud de la guerra que sufrieron nuestros abuelos o bisabuelos».
Se hizo eco de declaraciones similares sobre las intenciones de Rusia hechas por las agencias de inteligencia occidentales, que Moscú descarta como histeria.
La advertencia de Rutte se produce mientras el presidente de EEUU, Donald Trump, intenta poner fin a la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, lanzada en febrero de 2022.
A principios de este mes, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que su país no tenía previsto entrar en guerra con Europa, pero que estaba listo «ahora mismo» si Europa quería hacerlo o iniciaba una guerra.
Rutte afirmó: «Somos el próximo objetivo de Rusia.
Debemos adoptar una mentalidad de guerra. Ucrania debe tener lo necesario para defenderse.
Rusia pierde 1.200 soldados al día. Si Putin está dispuesto a sacrificar a ciudadanos rusos de a pie de esta manera, ¿Qué está dispuesto a hacernos a nosotros?.
El 80% de los componentes críticos de los drones y misiles rusos se fabrican en China. China es un recurso vital para la guerra de Rusia.
Rusia podría estar lista para usar la fuerza militar contra la OTAN dentro de 5 años. El conflicto está a nuestra puerta.
Debemos estar preparados para la magnitud de la guerra que soportaron nuestros abuelos y bisabuelos».
Rutte, conocido por su tono usualmente pragmático, eligió una frase que evoca los niveles de movilización y sacrificio humano de la Segunda Guerra Mundial, señalando un cambio de paradigma dentro de la alianza. La OTAN, que durante décadas centró su planificación en “conflictos limitados”, comenzó en los últimos dos años a reorientarse hacia un posible choque directo contra una potencia militar mayor, en este caso, Rusia.
La advertencia no implica que una guerra inminente sea inevitable, pero sí marca el reconocimiento explícito de que la seguridad europea ha entrado en su mayor fase de inestabilidad desde 1945.
Rutte hizo referencia a que Moscú ha multiplicado su presupuesto militar, reorganizado su industria de defensa y recuperado el ritmo de producción de armamento, alcanzando niveles que no registraba desde la Guerra Fría. Además, el Kremlin ha “probado resistencia” en conflictos prolongados y ha mostrado capacidad para reponer tropas a un ritmo que desconcierta a varios servicios de inteligencia occidentales.
El mensaje de la OTAN va dirigido tanto a los aliados como al propio Kremlin. A los primeros, para acelerar la inversión en defensa, la producción de municiones y la capacidad industrial. A Putin, para dejar claro que la alianza no está dispuesta a ceder ante la estrategia rusa de desgaste.
Europa vuelve a hablar de defensa territorial
La advertencia también refleja un cambio cultural en Europa. Países como Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Finlandia y los bálticos han comenzado a debatir políticas que parecían impensables hace una década: servicio militar ampliado o reintroducido, creación de reservas civiles entrenadas, aumento del presupuesto militar por encima del 2% del PBI y planes de defensa territorial para escenarios de alta intensidad.
Incluso naciones tradicionalmente prudentes como Francia han hablado de preparar a la población para un eventual “conflicto mayor”.
Rutte insistió en que la OTAN debe actuar hoy para supuestamente evitar un conflicto continental. “La preparación es la mejor forma de disuasión”, subrayó. En otras palabras, la alianza busca reforzar su posición para que Moscú no vea grietas que puedan tentar una escalada.
La OTAN parece asumir que la “paz automática” europea se ha terminado.




