El Comité Olímpico Internacional (COI) recomendó el 11 de diciembre de 2025 que las federaciones deportivas y organismos internacionales permitan que equipos y atletas juveniles de Rusia y Bielorrusia compitan nuevamente con su bandera, himno y signos nacionales en campeonatos y pruebas de categoría juvenil, incluidos eventos como los Juegos Olímpicos de la Juventud.
En su comunicado el COI subrayó que los jóvenes deportistas no deben ser penalizados por decisiones políticas de sus gobiernos y defendió el principio de que el deporte juvenil debe servir como espacio de encuentro y formación más que de sanción política.
El cambio de orientación abre la puerta a que la recomendación se aplique, por ejemplo, a los Juegos Olímpicos de la Juventud Dakar 2026 (31 de octubre–13 de noviembre de 2026), en los que, según el COI, podrían volver a verse ondear las banderas rusas y escuchar sus himnos si las federaciones nacionales y continentales aceptan la recomendación. No obstante, el COI dejó claro que la implementación depende de cada federación internacional y que serán necesarias más deliberaciones y plazos para su ejecución.
A pesar de esta flexibilización para el ámbito juvenil, la posición respecto a los Juegos Olímpicos absolutos y a competiciones de alto nivel no cambia de forma automática: la recomendación del COI no revoca la suspensión formal del Comité Olímpico Ruso ni las normas que mantienen la posibilidad de participación de atletas rusos y bielorrusos como competidores neutrales en eventos como los Juegos de Invierno Milano–Cortina 2026, donde seguirá aplicándose un riguroso proceso de “vetting” (investigación) para excluir a deportistas con vínculos directos con estructuras militares o con apoyo público a la guerra.
La medida llega en medio de una creciente fractura en el mundo del deporte: algunas federaciones —como ya ocurrió con la Federación Internacional de Judo (IJF) en semanas recientes— han decidido autorizar el uso de símbolos nacionales rusos en sus competiciones, mientras que otras mantienen sanciones o vetos. Ese calendario diverso de decisiones aumenta la presión sobre federaciones pequeñas y continentales, que deberán decidir caso por caso si siguen la guía del COI o mantienen restricciones más duras por razones políticas o de seguridad.
Reacciones políticas y diplomáticas ya comenzaron a aparecer: Ucrania y varios países aliados han mostrado públicamente su descontento con cualquier paso que normalice la representación nacional rusa en eventos internacionales antes de un acuerdo político que ponga fin al conflicto. Desde el COI, en cambio, se insiste en separar el deporte de la política en la medida de lo posible y en preservar el derecho de los deportistas jóvenes a competir y formarse.
Expertos en gobernanza deportiva señalan que la recomendación del COI crea un dilema práctico y ético para las federaciones: permitir banderas y himnos puede facilitar la reinserción y la carrera de jóvenes talentos, pero también puede ser interpretado como una normalización prematura de regímenes cuyas políticas han sido ampliamente cuestionadas. Además, la alternativa de mantener atletas neutrales plantea a su vez problemas de identidad y presión sobre los deportistas que deben competir sin símbolos nacionales.
En el terreno jurídico y estatutario, la guía del COI no cambia automáticamente las decisiones adoptadas por ligas y confederaciones que, en muchos casos, actúan con base en sus propios reglamentos, precedentes y presiones políticas. Por ejemplo, competiciones organizadas por FIFA, World Athletics u otras grandes entidades tendrán que deliberar internamente sobre si acatan la recomendación y en qué condiciones. Esa heterogeneidad aumentará la incertidumbre para clubes, seleccionadores y familias que planifican la carrera deportiva de jóvenes en Rusia y Bielorrusia.
Más allá de lo simbólico, la decisión plantea preguntas operativas: ¿qué criterios se usarán para distinguir a un “atleta juvenil” de un adulto en el contexto de sanciones; cómo se verificará la ausencia de apoyo institucional o militar; y qué límites se impondrán a la presencia de oficiales o delegados gubernamentales en los eventos? El COI ya adelantó que seguirá prohibiendo la asistencia de funcionarios gubernamentales de Rusia y Bielorrusia a competiciones internacionales, como parte de una línea roja que no ha sido modificada con esta recomendación.
Para los propios deportistas juveniles la noticia puede ser una bocanada de esperanza: muchos jóvenes afectados por la exclusión han perdido oportunidades de competir, medirse con pares internacionales y mostrar sus progresos en un momento clave para su desarrollo. Pero las federaciones, padres y entrenadores deberán calibrar también las posibles repercusiones fuera del terreno de juego, desde boicots de rivales hasta campañas políticas que busquen presionar a sus comités nacionales.
En resumen, la recomendación del COI del 11 de diciembre de 2025 abre una puerta para la reintegración simbólica de jóvenes deportistas rusos y bielorrusos en el circuito internacional, pero deja intactas muchas de las restricciones de fondo y transfiere a las federaciones la decisión final sobre su aplicación. Lo que hoy es una directiva del organismo rector podría convertirse en un mosaico de respuestas —algunas conciliadoras, otras firmes— que definirán el regreso, parcial o total, de las naciones a los estadios y podios del deporte mundial.




