La Iglesia Católica rechaza y critica la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París

A medida que avanzaba el impresentable espectáculo, las cámaras de televisión mostraban a drag queens, uno de las cuales llevaba una corona, especie de aureola, sentados en una mesa.

La escena fue inmediatamente interpretada como una parodia de la icónica pintura mural de Leonardo da Vinci en el convento dominico de La Última Cena de Milán.

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La escena de la mesa drag queen se complementó más tarde con un cantante casi desnudo, Philippe Katerine, que apareció en medio de una canasta de frutas, para representar a Dionisio, el dios del vino de la antigua Grecia, y el perfil oficial de los Juegos Olímpicos en X, anteriormente Twitter, dijo que la representación nos hizo «conscientes de lo absurdo de la violencia entre seres humanos».

Los obispos franceses emitieron un comunicado el 27 de julio deplorando las escenas ocurridas durante la inauguración de los Juegos Olímpicos.

Aunque la ceremonia fue una “maravillosa exhibición de belleza y alegría, rica en emoción y universalmente aclamada”, dijeron, “desafortunadamente incluyó escenas de burla y escarnio del cristianismo, lo cual lamentamos profundamente”. “Nos gustaría agradecer a los miembros de otras denominaciones religiosas que han expresado su solidaridad con nosotros”, escribieron los obispos franceses de la Conferencia Episcopal Francesa.

“Pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el escándalo y la provocación de ciertas escenas. Queremos que comprendan que la fiesta olímpica va mucho más allá de los sesgos ideológicos de algunos artistas”, subrayaron los obispos.

Para los obispos, los valores difundidos por el deporte y el olimpismo deben contribuir a la “necesidad de unidad y fraternidad que nuestro mundo tanto necesita, respetando las convicciones de todos, en torno al deporte que nos une”.

Monseñor Emmanuel Gobilliard, obispo de Digne y representante especial de la Santa Sede para los Juegos Olímpicos de París 2024, dijo que “no vio toda la ceremonia inaugural”, ya que estaba rezando. “Es mi prioridad como sacerdote”, dijo al medio OSV News, añadiendo que vio parte de la ceremonia y “la encontró muy hermosa con los atletas (y) la llama olímpica”.

Sin embargo, dijo a OSV News que a la mañana siguiente de la ceremonia, cuando vio las imágenes de la controvertida escena compartidas masivamente en las redes sociales, se sintió “profundamente herido”.

“Lo que más me sorprendió es que la libertad de espíritu y de tono que reivindican quienes han organizado esto no se pueda utilizar contra los demás”, dijo el obispo Gobillard. “Uno puede burlarse de sus propias ideas, reírse de sí mismo, ¿por qué no? Pero burlarse de la fe y la religión de los demás de esta manera… es muy chocante. Esa fue mi primera reacción”.

Subrayó además que los Juegos Olímpicos son el último lugar para crear este tipo de divisiones.

“¿Por qué allí?”, se pregunta el obispo Gobillard. “Es contrario a la Carta Olímpica, a la dimensión de unidad que está presente en sus valores, a la idea de reunir a todos, sin manifestaciones políticas y religiosas. ¿Por qué excluir a los creyentes y cristianos? Era el último lugar para hacerlo. Debíamos respetar el espíritu de la Carta Olímpica. Ahora estamos fuera de esto”.

La Carta Olímpica es la codificación de los principios fundamentales del Olimpismo y de las normas y reglamentos adoptados por el Comité Olímpico Internacional. Uno de sus puntos iniciales dice: “El Olimpismo tiene como finalidad poner el deporte al servicio del desarrollo armonioso de la humanidad, con vistas a promover una sociedad pacífica y preocupada por la preservación de la dignidad humana”.

Monseñor Gobilliard afirmó que “todos los cristianos que lo vieron sufrieron esa burla”, y añadió que “muchos atletas cristianos lo sufrieron, al igual que el COI y su presidente, Thomas Bach. No creo que él lo supiera”.

La parodia de la Última Cena no fue el único símbolo ambiguo en la ceremonia inaugural. También generó polémica una amazona vestida con armadura, encaramada en un caballo de metal y galopando por el Sena con la bandera olímpica, una escena en la que algunos reconocieron a Santa Juana de Arco, la santa guerrera que luchó contra los ingleses en el siglo XV, pero según los organizadores representaba a Sequana, la divinidad celta que habitaba el Sena y era un símbolo de resistencia. Otra escena polémica mostraba a una cantante imitando el cuerpo decapitado de la reina María Antonieta.

El obispo Robert E. Barron de Winona-Rochester, Minnesota, recurrió a las redes sociales el 27 de julio para expresar su indignación por lo que vio en la ceremonia de apertura. Dijo que después de regresar a casa del Congreso Eucarístico Nacional, en la ciudad que dijo que ama, París, vio “esta burda burla de la Última Cena”.

El obispo Barron dijo que Francia, llamada la hija mayor de la Iglesia, y París, la ciudad de los santos, “sintieron evidentemente… que lo correcto era burlarse de este momento tan central en el cristianismo donde Jesús en su Última Cena entrega su cuerpo y su sangre en anticipación de la cruz”.

“¿Se atreverían alguna vez a burlarse del Islam de una manera similar?”, preguntó el obispo Barron, y dijo: “Todos sabemos la respuesta a esa pregunta”. El obispo Barron enfatizó que en esta “sociedad profundamente secularista y posmoderna”, los cristianos deben “resistir” y “hacer oír su voz”.

El obispo Donald J. Hying de Madison, Wisconsin, alentó en una publicación en X que “en reparación por la blasfemia en París, ayunemos y oremos, renovemos nuestra devoción a la Eucaristía, al Sagrado Corazón y a la Virgen María”.

El obispo Daniel E. Flores de Brownsville, Texas, publicó el 27 de julio que su “vocabulario no es lo suficientemente variado como para encontrar una palabra para el sentimiento que siento en la boca del estómago”.

Dijo que no ha “visto los Juegos Olímpicos en décadas” y que “las agendas sólo utilizan a los atletas; ellos merecen más respeto. Lo mismo ocurre con las personas de fe cristiana”.

Los políticos también se mostraron disgustados por la escena, y la eurodiputada francesa católica Marion Maréchale declaró en X: “A todos los cristianos del mundo que están viendo se sintieron insultados por esta parodia drag queen de la Última Cena, sepan que no es Francia la que habla, sino una minoría de izquierda lista para cualquier provocación”.

Los grupos cristianos del Reino Unido Voice for Justice UK y She leads UK se unieron para pedir una disculpa inmediata “indignados por la parodia drag queen de la Última Cena”, dijeron en una declaración del 27 de julio.

“Esto no es aceptable. Una vez más, la palabra ‘inclusivo’ se utiliza para justificar un comportamiento abiertamente excluyente. Tal burla es un ataque deliberado a la persona de Jesucristo y un desafío directo a la fe que sustenta y se encuentra en el corazón de la sociedad occidental”, afirma la declaración conjunta.

Sin embargo, una escena de la ceremonia suscitó elogios unánimes: el concierto sorpresa de Céline Dion, que, superando su enfermedad y el síndrome de la persona rígida, rindió homenaje a la cantante francesa Édith Piaf, fallecida en 1963, interpretando su “Himno al amor” desde el segundo piso de la Torre Eiffel.

“Fue magnífico”, dijo el obispo Gobilliard, mientras se dirigía al “Club France”, la sede de todos los atletas franceses en el noreste de París.

“¡Ahora vamos a vivir los Juegos Olímpicos con entusiasmo a pesar de todo esto!”, dijo, refiriéndose una vez más a la polémica escena. “Podría haber sido una hermosa noche de unidad, fraternidad y comunión entre nosotros”, dijo el obispo, añadiendo que una “escena lo arruinó todo”.

La izquierda y el gobierno elogian

Las opiniones han sido de un signo totalmente opuesto entre los líderes de la izquierda, como el primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, que se ha felicitado de que la ceremonia haya servido para poner en valor los «valores de libertad, igualdad y fraternidad, a los que se han añadido sororidad, paridad e inclusión».

También fueron muy elogiosas las reacciones de miembros del Gobierno, como la ministra de Igualdad, Aurore Bergé, que ha querido destacar las alusiones a «nuestra historia, nuestras luchas, nuestra energía, nuestra creatividad, nuestra diversidad, nuestras palabras, nuestros artistas, nuestros atletas, nuestra apertura al mundo».

El presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de París, Tony Estanguet, afirmó que fue «una ceremonia para mostrar nuestros valores y principios, con mensajes fuertes de sororidad, de amor».

«La idea era lanzar un mensaje lo más fuerte posible. Tenemos en cuenta a la comunidad internacional, pero era una ceremonia francesa, en París. Tenemos libertad de expresión en Francia y queremos protegerla», explicó Estanguet.