España está en peligro. Su soberanía, su cultura, su tradición, su sociedad occidental, sus símbolos patrios, en definitiva, su identidad está en peligro.
Desde el advenimiento del PSOE en el escenario político, España ha sufrido múltiples embates en materia económica, educativa, sanitaria, de política exterior, de seguridad y, por supuesto, cultural. Bajo la falsa idea de la inclusión y la diversidad, el gobierno de Pedro Sánchez ha dado vía libre al ingreso indiscriminado de inmigrantes (muchos de ellos islámicos) los cuales, lejos de adaptarse a las normas y principios del país al que están ingresando, pretenden imponer sus normas, sus principios, su cultura, su tradición, sus símbolos y, en definitiva, su identidad.
En el día de ayer, martes 28 de mayo, la Plaza del Ayuntamiento de la ciudad de Ponferrada fue copada por manifestantes islámicos al grito de: «Free Palestine!», «¡Ruptura de relaciones con Israel ya!», «¡Sanciones y boicot a Israel!», entre otros. La imagen de la manifestación fue contundente. No es Marruecos, no es un país de Medio Oriente, ES PONFERRADA.
Manifestaciones similares hacen eco en diversos puntos del país. Más aún, ya se han conformado barrios enteros de islámicos donde rige solo una ley, la ley de la Sharia. Múltiples casos de agresiones, golpizas y violencia hacia los propios españoles han sido reportados en todo el país por parte de estos grupos que exigen respeto, pero que no respetan. La bandera nacional ya no ondea en determinados puntos, solo la bandera palestina. Las mujeres españolas ya no pueden transitar por determinadas calles por temor no solo a los robos, sino también ha las agresiones que pueden recibir por no utilizar el hijab.
Pero ¿cuál ha sido la respuesta del gobierno de Pedro Sánchez? Seguir permitiendo el ingreso indiscriminado de estos violentos, hacer silencio frente a los casos de violencia hacia las mujeres (curioso siendo este un autodeclarado gobierno feminista), otorgar subsidios y poner en primer lugar a estos inmigrantes en lugar de atender las necesidades de los habitantes nacionales y, entre las últimas medidas, reconocer a Palestina como un Estado.
La guerra es una calamidad. No obstante, los dos modelos de sociedad son absolutamente antagónicos. En Israel hay libre mercado, hay libertad de expresión, hay libertad de culto (puesto que pueden coexistir judíos, cristianos y musulmanes), hombres y mujeres tienen plenos derechos por igual. En cambio, en Palestina (como en todo territorio gobernado por los islámicos) no hay libre mercado, no hay libertad de expresión, no hay libertad de culto y las mujeres carecen de todo derecho.
Ese es el modelo que defienden Pedro Sánchez y el PSOE, eso es lo que quieren para España. Eso es lo que sus acciones demuestran.
Desde estas líneas, consideramos que la inmigración es positiva sí y solo sí aporta valor a la construcción y prosperidad de una sociedad. Pero, cuando la inmigración deviene en una invasión silenciosa para imponer otra cultura, otras normas y en definitiva, vulnerar a la sociedad como herramienta propia de un gobierno socialista, claramente es negativa. Siendo la deportación un mecanismo indispensable para restablecer el orden.
La solución no es el gobierno socialista de la «inclusión y la diversidad». El problema es el gobierno socialista de la «inclusión y la diversidad».