Según Infocatólica se sostienen los siguientes datos: “El descenso de la tasa de natalidad en Italia ha sido continuo desde principios de los años 1960: en 1964, la tasa de fecundidad era todavía de 2.66 hijos por mujer. De 1974 a 1984 pasó de 2.28 -por encima de la tasa de renovación- a 1.46, muy por debajo de esta tasa que se fija entre 2.05 y 2.15.
Esta tasa fue de 1.24 en 2020 y se estima que es la más baja de Europa, aunque España tiene aproximadamente la misma, y en Malta es un poco más baja. La tasa de fertilidad se estima en 1.5 para la Unión Europea.
Esta crisis de natalidad en Italia no tiene una única causa: son los empleos precarios, la falta de perspectivas o la incertidumbre económica, pero también –y esto es específico de Italia– la ausencia de una política sobre la familia. Fue necesario esperar hasta marzo de 2022 para la creación de asignaciones familiares.
Esta baja tasa de natalidad en un país con un 80% de católicos -y un 25% de practicantes- muestra el poco impacto de la doctrina de la Iglesia en la vida de los fieles, o más bien el hecho de que la sal de la tierra, es decir, los obispos y sacerdotes responsables, ha perdido su sabor.”
En relación a ello, y tal como informó FSSPX.Actualités, el gobierno de Italia intenta revertir tal situación donde la natalidad cae en picada. Según el acuerdo presentado a instancia de Meloni, varias empresas se comprometieron a apoyar la reincorporación al trabajo de las mujeres tras el permiso de maternidad.
Asimismo, garantizarán aspectos de salud como el control de la fertilidad y ofrecerán mayor flexibilidad, valorando objetivos más allá de la simple asistencia al trabajo. «El futuro y la inversión son las palabras clave de este pacto», afirmó, y añadió que «sin niños, Italia será más pobre, la sostenibilidad de nuestro bienestar se verá amenazada y se perderá el relevo generacional sobre el que se fundamenta la capacidad de llevar adelante nuestra identidad como pueblo en el futuro».