Esta devoción, surgida en el siglo XX, representa un llamado espiritual por la paz, la unidad y la esperanza en medio de los conflictos que marcaron —y aún marcan— la región donde nació Jesús.
El título de “Reina de Palestina” fue proclamado por el Patriarca Latino de Jerusalén, monseñor Luigi Barlassina, el 15 de julio de 1920, al consagrar toda la diócesis de Jerusalén al Inmaculado Corazón de María. En su oración, Barlassina reconoció a la Virgen no sólo como Madre de Dios, sino también como Reina espiritual de la Tierra Santa, el lugar donde ocurrieron los misterios de la Encarnación, Pasión y Resurrección de Cristo.
La proclamación ocurrió tras la Primera Guerra Mundial, cuando Palestina pasaba del dominio otomano al mandato británico. En medio de tensiones políticas, desplazamientos y choques culturales, el patriarca quiso ofrecer a los cristianos locales una figura de protección maternal y de identidad espiritual compartida: la Virgen María, Madre de todos los pueblos.
A su vez, el término «Palestina» tiene raíces muy antiguas, y su uso se remonta a varias décadas o siglos antes de Cristo, aunque con distintos significados según el contexto histórico:
-Proviene del griego Παλαιστίνη (Palaistínē), que los autores clásicos utilizaron para referirse a la región situada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, incluyendo áreas de lo que hoy son Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza.
-El término griego deriva a su vez del nombre “Peleshet” (פלשת), que aparece en la Biblia hebrea y se refiere a los filisteos, un pueblo que habitó la costa suroeste de Canaán (aproximadamente el área de Gaza) durante la Edad de Hierro, alrededor del siglo XII a.C.
Egipto (c. 1150 a.C.): Algunos textos egipcios, como los estelas de Ramsés III, mencionan a un grupo llamado “Peleset”, asociado con incursiones en Canaán. Es muy probable que estos fueran los filisteos.
Biblia hebrea: Los filisteos aparecen repetidamente como adversarios de Israel, y la palabra hebrea Peleshet se refiere al territorio que ocupaban (principalmente la franja costera).
Después de la revuelta de Bar Kojba (132-135 d.C.), el emperador romano Adriano renombró la provincia de Judea como “Syria Palaestina”.
El Santuario de Deir Rafat
Pocos años después, en 1927, monseñor Barlassina ordenó la construcción de un santuario dedicado a Nuestra Señora Reina de Palestina en el poblado de Deir Rafat, situado entre Jerusalén y Tel Aviv, en el valle de Soreq.
El santuario fue diseñado como un símbolo de unidad universal: en sus muros están inscritas las palabras “Ave María” en más de 280 idiomas y dialectos. Es un recordatorio visible de que María pertenece a todos los pueblos y culturas del mundo.
Desde su consagración, el lugar se transformó en centro de peregrinación para fieles de las tres grandes religiones monoteístas que reconocen a María: cristianos, judíos y musulmanes.
Reconocimiento y expansión del culto
En 1933, el Papa Pío XI aprobó oficialmente la fiesta de Nuestra Señora Reina de Palestina, fijando su conmemoración el último domingo de octubre (luego adaptada al 25 de octubre). El Papa la reconoció además como Patrona de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, una antigua orden caballeresca dedicada al apoyo espiritual y material de los cristianos en Tierra Santa.
Desde entonces, esta orden organiza procesiones, misas y actos solemnes cada 25 de octubre, tanto en el santuario de Deir Rafat como en parroquias de todo el mundo, especialmente en Europa, América Latina y Medio Oriente.
Significado espiritual
El mensaje central de esta advocación puede resumirse en tres dimensiones:
-
La paz: María es invocada como Reina de la Paz en Palestina, en una tierra dividida por conflictos políticos, religiosos y territoriales. Su figura busca ser un puente entre los pueblos, recordando el mensaje de reconciliación del Evangelio.
-
La esperanza: así como el patriarca Barlassina consagró Palestina al Corazón de María en tiempos de guerra, hoy su advocación sigue siendo un símbolo de fe en medio de la adversidad, especialmente para los cristianos de Oriente Medio.
-
La universalidad: el mosaico de lenguas en Deir Rafat expresa la idea de una María madre de todas las naciones, más allá de fronteras o religiones.
La Virgen de Palestina en tiempos modernos
En las últimas décadas, esta advocación ha adquirido una nueva relevancia por la situación humanitaria en Gaza, Jerusalén y Cisjordania. Las comunidades cristianas locales —cada vez más pequeñas— ven en Nuestra Señora Reina de Palestina una fuente de consuelo y resistencia espiritual.
El Papa Francisco ha mencionado en varias ocasiones su devoción por María como “Reina de la Paz”, haciendo referencia a su advocación palestina. Organismos católicos como Pro Terra Sancta, la Custodia Franciscana y la Orden del Santo Sepulcro promueven oraciones por la paz bajo su nombre.
En el santuario de Deir Rafat, la misa anual del 25 de octubre suele reunir a cristianos, musulmanes y judíos que comparten el deseo de paz. La procesión concluye con una oración en varios idiomas, entre ellos árabe, hebreo, italiano, latín e inglés.
Oración a Nuestra Señora Reina de Palestina
“María, Reina de Palestina,
Madre del Príncipe de la Paz,
ruega por nosotros y por todos los pueblos de esta tierra.
Haz que florezca la justicia,
que renazca la esperanza,
y que tu Hijo reine en los corazones de todos.”




